jueves, 28 de octubre de 2010

EL ESTATUTO REAL

EL ESTATUTO REAL.
Francisco Martínez de la Rosa fue uno de los más significados "doceañistas" que al cabo del tiempo adoptó, como muchos antiguos liberales, un talante mode¬rado" Nombrado jefe de gobierno en 1834, intentó, mediante el Estatuto Real de 1O de abril de 1834, conciliar la tradición absolutista con algunos elemen¬tos del constitucionalismo" Su propuesta no satisfizo a nadie"
"Título L De la convocación de las Cortes generales del Reino.
Art. l. (...) Su Majestad la Reina Gobernadora, en nombre de su excelsa hija Doña Isabel 11, ha resuelto convocar las Cortes generales del Reino.
Art. 2. Las Cortes generales se compondrán de dos Estamentos: el de Próceres del Reino y el de Procuradores del Reino (...,).
Art. 3. El Estamento de Próceres del Reino se compondrá:
1.° De muy reverendos arzobispos y reverendos obispos. 2.0 De Grandes de España.
3.° De Títulos de Castillo.
4º. De un número indeterminado de españoles, elevados en dignidad e ilustres por sus servicios en las varias carreras, y que sean o hayan sido secretarios del Despacho, procuradores del Reino, consejeros de Estado, embajadores o mi¬nistros plenipotenciarios, generales de mar o de tierra o ministros de los tribuna¬les supremos.
5º. De los propietarios territoriales o dueños de fábricas, manufacturas o esta¬blecimientos mercantiles que reúnan a su mérito personal y a sus circunstancias relevantes, el poseer una renta anual de sesenta mil reales, y el haber sido an¬teriormente procuradores del Reino.
16.° De los que en la enseñanza pública o cultivando las ciencias o las letras, ha¬yan adquirido gran renombre y celebridad, con tal que disfruten una renta anual de sesenta mil reales, ya provenga de bienes propios, ya de sueldo cobrado del Erario.
Art. 4. Bastará ser Arzobispo u Obispo electo o auxiliar para poder ser elegido, en clase de tal, y tomar asiento en el Estamento de Próceres del Reino (...j.
Art. 7. El Rey elige y nombra los demás próceres del Reino, cuya dignidad es vitalicia (...).
Art. 13. El Estamento de Procuradores del Reino se compondrá de las personas que se nombren con arreglo a la ley de elecciones (...1.
Art. 24. Al Rey toca exclusivamente convocar, suspender y disolver las Cortes (...).
Art. 31 . Las Cortes no podrán deliberar sobre ningún asunto que no se haya so¬metido expresamente a su examen en virtud de un Decreto Real.
Art. 32. Queda, sin embargo, expedito el derecho que siempre han ejercido las Cortes de elevar peticiones al Rey, haciéndolo del modo y forma que se prefi¬jará en el Reglamento (. ..).
Art. 34. Con arreglo a la ley 1.°, título 7.0, libro 6.° de la Nueva Recopilación, no se exigirá tributos ni contribuciones, de ninguna clase, sin que a propuesta del Rey los hayan votado las Cortes (...1"
1. Cuestionario.
a. Clasificar el texto explicando: tipo de texto, circunstancias concretas en el que fue escrito, destino y propósito por lo que se escribió..
b. Indicar y exponer las ideas que aparecen en el texto y resuma su contenido.
c. Responder a las siguientes cuestiones:




i. Citar los derechos que se contemplan en la presente constitución.
ii. Citar las prerrogativas de la Corona.
iii. Citar las características del sistema político contemplado en el texto.
iv. ¿Cuáles son las diferencias fundamentales entre una "Carta otorgada" y una Constitución?
v. Explicar los motivos que llevan a la presentación del texto.
vi. Explicar el desarrollo de los acontecimientos que se producirán a raíz del texto.
vii. Explicar las consecuencias a medio y largo plazo de las peticiones contendidas en el texto..
viii. ¿Por qué no se eligieron Cortes Constituyentes para la elaboración del Estatuto Real?

martes, 19 de octubre de 2010

DECRETO DEL 4 DE MAYO.

Declaro que mi real ánimo no es solamente no jurar ni acceder a dicha Constitución ni decreto alguno de las Cortes generales y extraordinarias y de las ordinarias actualmente abiertas, a sa¬ber, los que sean depresivos de los derechos y prerrogativas de mi Soberanía, establecidas por la Constitución y las leyes, en que de largo tiempo la Nación ha vivido, sino el de declarar aquella Constitución y tales decretos nulos y de ningún valor y efecto, ahora ni en tiempo alguno, como si no hubiesen pa¬sado jamás tales actos y se quitasen del tiempo, y sin obliga¬ción en mis pueblos y súbditos de cualquier clase y condición a cumplirlos ni guardarlos.
y como el que quisiese sostenerlos y contradijese esta mi real declaración (...) atentaría contra las prerrogativas de mi sobe¬ranía y felicidad de la Nación (...) declaro reo de lesa majestad a quien tal osare o intentare, y que como a tal, se le imponga la pena de vida, ora lo ejecute de hecho, ora por escrito o de palabra, moviendo o incitando, o de cualquier modo (...) persuadiendo a que se observen y guarden dicha Constitución y decretos...y desde el día en que este mi decreto se publique y fuere co¬municado al Presidente de las Cortes, que, actualmente se ha¬llan abiertas cesen éstas en sus sesiones.
Manifiesto del 4 de mayo de 1814. Fernando VII.


Realizar el comentario de texto atendiendo a las siguientes cuestiones:
1. Tipo de texto, circunstancias concretas en que fue escrito, destino y propósito de quién lo escribió.
2. Indicar y explicar las ideas aparecidas en el texto resumiendo el contenido.
3. Responder a las siguientes cuestiones:
a. Explicar los rasgos definitorios de las crisis que llevan al Decreto.
b. Enumerar y relacionar las características del periodo histórico que inaugura el citado Decreto, haciendo especial hincapié en el comportamiento de los apoyos al monarca así como la oposición.
c. Exponer el evolución del periodo y las causas de su finalización.

domingo, 17 de octubre de 2010

LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL. ESQUEMAS







LA INDEPENDENCIA DE HISPANOAMERICA

AMÉRICA EN LOS SIGLOS PREVIOS A LA INDEPENDENCIA.



LA INDEPENDENCIA DE HISPANOAMERICA

APUNTES SOBRE LA INDEPENDENCIA DE LATINOAMÉRICA.

El desarrollo cronológico abarca el proceso independentista de las colonias españolas en el espacio geopolítico conocido como Latinoamérica. Básicamente, el proceso independentista comienza en 1809 con la constitución de las primeras juntas criollas en el Virreinato del Río de la Plata y termina en la década de 1830 con la independencia de Paraguay y Uruguay.
Las causas del proceso de independencia son varias y complejas.
1. Causas externas a la problemática americana.
a. Influencia de la Ilustración. Como abría de ocurrir en el continente europeo, la Ilustración fue un movimiento cultural, político e ideológico de masas. Si en Europa, los grupos sociales receptores serán la nobleza, clero y burguesía ilustrada –preferentemente la alta y media-, en las colonias americanas el grupo ávidamente receptor será la elite criolla. La Enciclopedia de Diderot y D´Alembert será estudiado por los sectores mas cualificados del criollismo latinoamericano, principalmente miembros del clero y la burguesía. En estos sectores, las ideas de separación de poderes, libertad, progreso y soberanía nacional marcan una directrices de acción política e ideológica distantes a los mantenidos por la metrópoli. Las obras e ideas de Rousseau, Bayle, Rainal, Montesquieu, Voltaire o Locke se convierten en los mentores de los nuevos rumbos ideológicos de estos grupos. Evidentemente, como en Europa, la rápida difusión de estas ideas por los diversos virreinatos no traspaso las fronteras de estos sectores. El resto de la población, un mayoritario 85%, sumido en el analfabetismo y sometido a la censura eclesiástica de unas obras consideradas impías y peligrosas contra la seguridad del Estado de la monarquía absoluta, quedó desde un primer momento fuera de la recepción de ideas y corrientes. A pesar de todo ello, la difusión del Siglo de las Luces avanzó como demostró literariamente Alejo Carpentier.
b. Coetaneamente a la difusión de las Luces, la guerra de Independencia de las Trece Colonias inglesas en América del Norte supuso un nuevo aliciente para la concienciación política de las elites criollas. Cierto es que aquí la Corona española jugó en contra de sus propios intereses. Propiciar la independencia de unos colonos contra la metrópoli y que esta se llevase a cabo supuso a la postre una victoria pírrica para la conservación del imperio colonial español. El triunfo de las Trece Colonias demostró a todos los colonos el camino de vencer a una metrópoli situada a una distancia media de unos 6.000 kilómetros. Por otra parte, Gran Bretaña tuvo un excelente aliciente para devolver el favor a España a la hora de alentar a los colonos, y excelentes mercados, por el camino de la independencia colonial.
c. Ideológicamente, el texto de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos se convirtió en un documento político de referencia básico dentro del acervo político cultural de las clases criollas latinoamericanas. A ello vino a unirse los efectos de la Revolución francesa con su Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano. A partir de 1805, las colonias habían alcanzado el grado de madurez política necesario para caminar por el camino de la independencia, en cuanto a la elite criolla se entiende.
La guerra de la Independencia española acelera el proceso de emancipación en Latinoamérica ante la pérdida de control total de la metrópoli, tanto a nivel político como económico. A partir de 1809, surgen las primeras juntas criollas en La Paz, Virreinato del Río de la Plata (1809), Chile (1810), [Nueva Granada] (1810), Quito (1809), si bien serán violentamente reprimidas por las autoridades coloniales españolas, causando la derrota de todas ellas. La Primera Junta de Buenos Aires (1810) fue el único gobierno patrio que pudo permanecer, estableciendo una continuidad histórica con los gobiernos posteriores de la Argentina. Desde Buenos Aires se comenzó la campaña de liberación del sur del Continente. Dos grandes ejércitos libertadores se formaron y atacaron a las tropas coloniales realistas desde el sur y el norte, dirigidos por José de San Martín y Simón Bolivar, para confluir en Guayaquil, donde el mando general de las tropas independentistas sudamericanas quedó en manos de Bolivar. La guerra por la independencia de Sudamérica se extendió entre 1810 Y 1824. Este último año, las tropas colonialistas, arrinconadas en el Alto Perú fueron finalmente derrotadas en Ayacucho por un ejército sudamericano al mando del Mariscal Antonio José de Sucre. Una vez que los pueblos sudamericanos se independizaron de España, y luego de complejos procesos, terminaron creando las siguientes naciones independientes de la actualidad: Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.
Los pueblos del Virreinato de Nueva España se iniciaron en 1810 con el Grito de Dolores y también luego de complejos procesos políticos terminaron creando las siguientes naciones independientes de la actualidad: Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Nicaragua. Poco después se independizó también República Dominicana.
Las colonias se liberaron a sí mismas, a menudo con la ayuda del Imperio Británico, que promovía el desarrollo de un sistema de comercio internacional sin el monopolio español.

2. Las causas internas
A modo de introducción, debe tenerse en cuenta que incurriendo en notables exageraciones, se han querido ver los antecedentes de la independencia hispanoamericana en las insurrecciones indígenas del siglo XVIII, como las de los comuneros de Paraguay (1717-1735) y Nueva Granada (1781) y la de José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru) en el Perú (1780-1781), o incluso en las guerras civiles que asolaron el territorio peruano en el siglo XVI. Pero el tema más largamente debatido por los historiadores ha sido el que se refiere a las posibles causas de la independencia, porque es difícil determinar y sistematizar los orígenes de un proceso tan dilatado en el tiempo y que afectó a territorios tan alejados unos de otros y, con frecuencia, tan diferentes. Desde los protagonistas de los acontecimientos y sus contemporáneos hasta la actualidad, en cada época y por cada autor se han intentado resumir en varias las causas de la independencia, destacando algún aspecto parcial de acuerdo con la perspectiva histórica del momento, por lo que el resultado es que hoy disponemos de una extensa relación de posibles motivos originarios de la más variada naturaleza, y de difícil análisis, cuya simple enumeración resultaría poco explicativa y hasta cierto punto engañosa. Más importante sería analizar el nivel de generalidad de cada una de estas causas y situarlas en la perspectiva adecuada, ponderando su importancia relativa respecto a las demás y en cada uno de los territorios afectados: lo que puede actuar como causa decisiva o tomarse como característico en México (núcleo esencial del virreinato de Nueva España) resulta secundario en el área del virreinato de Nueva Granada e insignificante en la del Río de la Plata. Por ello, la determinación genérica de las causas de la independencia, como modelo teórico, debe remitir siempre al análisis del proceso y de sus características específicas en cada uno de los territorios.

En el contexto de las causas internas pueden ser consideradas como tales aquéllas que se originaron en el interior de la sociedad hispanoamericana como resultado de su propio desarrollo histórico, y se caracterizan por destacar algunos aspectos negativos de la acción colonizadora española. En general, todos estos posibles motivos fueron señalados desde los primeros momentos del proceso independentista, a veces por los mismos protagonistas de los acontecimientos, por lo que suelen tener una intención más justificativa que explicativa. Así, por ejemplo, cuando se atribuye el deseo de independencia a la corrupción administrativa y la inmoralidad burocrática por parte de las autoridades españolas, o a la relajación de las costumbres del clero, se trata de destacar algunos casos, que sin duda fueron tenidos en cuenta por los patriotas, pero a los que no puede atribuirse un carácter generalizado a toda la administración y a todos los territorios.

En México, también el bajo clero, como muestra la destacada participación de los sacerdotes Miguel Hidalgo y José María Morelos, colaboró con los revolucionarios y tuvo una participación destacada en la independencia. Otras posibles causas aducidas reiteradamente, como la crueldad y el despotismo con que eran tratados los indígenas y las restricciones culturales impuestas por las autoridades españolas, están en abierta contradicción con algunos datos de la realidad. En los virreinatos del Perú y Nueva Granada, y hasta cierto punto en el de Nueva España, muchos indígenas militaron en el bando realista, lo que dio a los enfrentamientos en esos territorios un carácter de verdadera guerra civil. La existencia de universidades en muchas de las más importantes ciudades hispanoamericanas, así como la formación cultural en las mismas de los propios caudillos independentistas son otros tantos argumentos en contra de la generalización de las razones mencionadas, necesitadas de precisiones que alteran considerablemente su interpretación, como sucede con la rivalidad entre criollos y españoles, con la consiguiente postergación de aquéllos, y el establecimiento de un régimen de monopolios, gabelas y trabas, que dificultaba el desarrollo de la economía americana y frenaba el crecimiento de su capacidad productiva. La legislación española no diferenciaba entre los españoles peninsulares y americanos, por lo que el problema se planteaba, igual que en España, entre los naturales de una región, provincia o reino que aspiraban a ocupar los puestos de la administración en su tierra y los que provenían de otras zonas, ocupaban los cargos y desplazaban a los naturales, generalmente por residir en la corte o tener valedores en ella. En cuanto al sistema económico, su influencia se vio disminuida por el incumplimiento sistemático de la normativa, el contrabando y la escasa capacidad industrial de los territorios americanos. Más bien fueron las medidas económicas de carácter liberal que venían implantándose desde el siglo XVIII las que estimularon en la burguesía criolla un creciente deseo de libertad mercantil. Mayor importancia que las mencionadas hasta aquí tuvvieron las siguientes causas:

a) La concepción patrimonial del Estado, toda vez que las Indias estaban vinculadas a España a través de la persona del monarca. Las abdicaciones forzadas de Carlos IV y Fernando VII, en 1808, rompieron la legitimidad establecida e interrumpieron los vínculos existentes entre la Corona y los territorios hispanoamericanos, que se vieron en la necesidad de atender a su propio gobierno.
b) La difusión de doctrinas populistas. Desde santo Tomás de Aquino hasta el español Francisco Suárez, la tradición escolástica había mantenido la teoría de que la soberanía revierte al pueblo cuando falta la figura del rey. Esta doctrina de la soberanía popular, vigente en España, debió de influir en los independentistas tanto como las emanadas del pensamiento ilustrado del siglo XVIII.
c) La labor de los jesuitas. Las críticas dirigidas por los miembros de la Compañía de Jesús a la actuación española en América después de su expulsión de España en 1767, plasmadas en abundantes publicaciones, tuvieron gran importancia en la generación de un clima de oposición al dominio español entre la burguesía criolla.
d) Las enseñanzas impartidas por las universidades y el papel desarrollado por las academias literarias, las sociedades económicas y la masonería. La difusión de ideas liberales y revolucionarias contrarias a la actuación de España en América ejerció una gran influencia en la formación de algunos de los principales líderes de la independencia, cuya vinculación con la Logia Lautaro les proporcionó el marco adecuado para la conspiración.
e) La Ilustración, reformulada en los virreinatos como revulsivo y justificación ideológica para las guerras de independencia latinoamericanas, apoyada por determinadas coyunturas históricas desarrolladas a lo largo del siglo XVIII como:
- El fuerte control de los Borbones en todos los aspectos de la vida de las colonias, donde el desarrollo de la burocracia como signo de centralización de las funciones administrativas de la colonia, originó la pérdida de las libertades municipales.
- La exclusión de los criollos de los cargos públicos (con el fin de reducir su poder e influencia en el marco de la sociedad virreinal ).
- Un desarrollo económico fundamentado en la dependencia de la colonia frente a la metrópoli, conocido por su acepción anglosajona de Pacto Colonial.
- Los altos impuestos.
- La falta de recursos para mantener el imperio (España no tenía una adecuada fuerza militar y tampoco producía lo suficiente para satisfacer las demandas y necesidades económicas de sus colonias.).
Estas situaciones desencadenaron gran tensión y malestar entre los distintos sectores de las colonias hispanoamericanas. Sin embargo, los indios, los negros y los mulatos fueron los más afectados, pues resultaron oprimidos, además, por la clase criolla dominante, convirtiendo el conjunto de sociedad coloniales americanas en un polvorín a punto de explotar con insospechadas consecuencias en el marco político, social y económico.

3. Guerra de Independencia, revolución política y guerra civil.
La Invasión napoleónica a España se considera la causa precipitante de la guerra de independencia. La invasión francesa representó -para España- la pérdida de la unidad monárquica ya que los reyes Carlos IV y Fernando VII fueron obligados a abdicar la corona en favor de José Bonaparte. Con la ocupación francesa, el imperio español enfrentó una aguda crisis internacional e interna: las colonias americanas reafirmaron su lealtad al rey de España, Fernando VII, y -siguiendo el ejemplo de España- en Venezuela, Cuba, Puerto Rico, Chile y otros territorios coloniales, se establecieron juntas que juraron lealtad a la Junta de Sevilla. A pesar del apoyo inicial, en América, ya comenzaba a perfilarse una crisis de lealtad: ¿a quién serían leales? ¿al rey o a la Junta? Ante la ausencia del monarca, ¿tenía España poder sobre las colonias? ,la élite criolla de México determinó que, ante la ausencia del rey, España no tenía ningún derecho que ejercer sobre América.
Basándose en el principio de que la soberanía radicaba en las instituciones criollas, las colonias comenzaron a tomar sus propias determinaciones políticas, lo que, implícitamente, representó una separación de España. En
1810, Caracas estableció la Junta Suprema de Caracas, compuesta por miembros de la elite colonial y del Consejo Municipal. Aunque la Junta declaró su lealtad al rey, no obstante, determinó controlar y gobernar la colonia sin la autorización del gobierno español. Era evidente que la elite colonial no estaba dispuesta a acatar la autoridad metropolitana en unos momentos en que, claramente, se reflejaba la debilidad del imperio español. Por consiguiente, los criollos aprovecharon la coyuntura internacional y la debilidad de España para declarar la independencia.
La Guerra de Independencia de los pueblos hispanoamericanos fue cruenta, encarnizada, y puso de manifiesto las luchas internas de poder entre los propios criollos. La clase dominante se fraccionó en distintos grupos de poder: patriotas realistas, centralistas, federalistas, moderados, liberales y conservadores. Por ejemplo, en Chile, el Congreso Nacional estaba dividido en grupos: moderados e independentistas (encabezados por Bernardo O'Higgins). En Venezuela, el Congreso Nacional mostró, también, diferencias entre los grupos políticos, sin embargo, los grupos a favor de la independencia dominaron. Francisco de Miranda y Simón Bolívar (ambos independentistas) organizaron, en 1810, la Sociedad Patriótica, con el fin de lograr la separación. Venezuela declaró la independencia en 1811, y redactó una constitución que adoptó la forma de gobierno republicano y federal, similar a la Constitución de Estados Unidos. Los conflictos internos y la movilización de las fuerzas españolas sofocaron y suprimieron la Primera República de Venezuela. Ante el fracaso venezolano, y las pocas posibilidades de lograr el apoyo de Nueva Granada para la recuperación de Venezuela, Bolívar decidió exilarse en Jamaica.
En México, los sectores populares más afectados por las luchas entre criollos y peninsulares fueron los indios y los mestizos. Ante las pésimas condiciones sociales y económicas del campesino indígena, el padre Miguel Hidalgo se levantó en rebelión, en 1810. El Grito de Dolores inició la guerra de independencia de México. Este movimiento era esencialmente indígena y campesino, y careció del apoyo de los sectores dominantes como la iglesia y la elite criolla. Ante la derrota y muerte de Hidalgo, en 1811, José María Morelos retomó la lucha armada. Para 1813, éste convocó el Congreso de Chilpancingo, y planteó la independencia absoluta de México. La causa libertaria de Morelos quedó truncada, en 1815, al ser capturado y ejecutado.
En la región de La Plata (Buenos Aires), la lucha entre criollos y peninsulares se vio afectada por otra fuerza externa que ejerció presión sobre la región: Inglaterra. En los años de 1806 y 1807, La Plata fue ocupada por Inglaterra. Esta ocupación provocó una crisis en la administración colonial, pero, también, estimuló el espíritu nacionalista de los porteños, y puso de relieve la fragilidad del imperio español. La única colonia en Sur América que mantuvo la adhesión y lealtad a España fue Perú. Razones de tipo social y racial contribuyeron a este hecho: la clase criolla peruana prefirió mantener la lealtad a España ante el temor de una alianza entre los mestizos y los indios, que eran numéricamente superiores a ellos, pues dicha alianza podía poner en peligro sus intereses económicos y sociales.
En el Caribe, Puerto Rico y Cuba también permanecieron leales a España. Sin embargo, en ambas islas, comenzó a perfilarse un movimiento a favor de la independencia. En Puerto Rico, por ejemplo, hubo una gran simpatía hacia la causa libertaria, y el pueblo puertorriqueño se negó a participar militarmente en contra de los hermanos latinoamericanos. Ante la solidaridad manifiesta de Cuba y Puerto Rico a la guerra de independencia, España decidió reforzar el sistema represivo en las islas con el fin de evitar levantamientos revolucionarios, y logró retener las islas.
Las colonias centroamericanas también se rebelaron contra España. De hecho, la primera provincia en declarar su independencia fue El Salvador. Al contrario de México, la rebelión centroamericana fue fundamentalmente elitista, y tuvo poca participación de los sectores populares. En 1823, el reino de Guatemala -compuesto por Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica- declaró la independencia y en 1824,se organizó la República Federal Centroamericana. No obstante, la República Federal Centroamericana enfrentó serias dificultades que la llevaron finalmente al rompimiento que dio origen a las naciones que conocemos hoy. Para 1815, parecía que el movimiento independentista de las colonias españolas había fracasado. En 1816, las fuerzas expedicionarias de Pablo Morillo reprimieron con dureza a Nueva Granada y Venezuela. A pesar de la reacción antirevolucionaria, comenzaron a resurgir fuerzas de resistencia, como las guerrillas. El movimiento independentista renació con el gran triunfo de la batalla de Boyacá, con el cual se liberó Nueva Granada, y se proclamó la formación de la República de la Gran Colombia, compuesta por Venezuela, Nueva Granada y Ecuador. Bolívar encargó la tarea de libertar al Ecuador al general Antonio José de Sucre, y ésta se completó en 1822.
Mientras la lucha bolivariana se recrudeció en el norte de Sur América, en Chile, las fuerzas realistas dominaban la región, y correspondió a José de San Martín la liberación de este país. En la batalla de Chacabuco, de 1817, San Martín derrotó a los españoles, pero fue en la batalla de Maipú cuando San Martín logró la independencia de la región. El triunfo revolucionario en Chile permitió el establecimiento de un gobierno encabezado por O'Higgins, y con su apoyo, San Martín preparó la campaña para conquistar Perú. En ese mismo año, Agustín de Iturbide, en México, proclamó el Plan de Iguala, que declaró la independencia de México. El encuentro de Bolívar y San Martín se produjo en Guayaquil. Como resultado de la entrevista, San Martín renunció a sus cargos, volvió a Chile, y emigró definitivamente a Europa, Bolívar recurrió a Sucre para la liberación del Alto Perú. La batalla de Ayacucho puso fin a las guerras de independencia, y, con la independencia del Alto Perú, nació Bolivia.

Efectos de la guerra.
La lucha por la independencia tuvo serias implicaciones en los recién independizados territorios: la independencia no aseguró el fin de las guerras civiles, y los conflictos regionales se agudizaron luego de la guerra. Las tensiones sociales y raciales prevalecientes durante la guerra polarizaron las sociedades de los nuevos países. El poder político de las naciones independizadas fue débil, y promovió el desarrollo del caudillismo. Aunque la guerra terminó con el monopolio español, las naciones latinoamericanas quedaron a merced de la influencia económica de Estados Unidos e Inglaterra, que dominaban el mercado atlántico. Esto representó un problema adicional, pues el fuerte desarrollo económico de los norteamericanos resultaba demasiado competitivo para los países recién independizados. Además, en ellos, prevalecía un clima de confusión, desorganización e inestabilidad. El Congreso de Panamá no contó con el apoyo de todos los países Latinoamericanos. Luego de la independencia, las naciones latinoamericanas atravesaron serias dificultades de tipo político y económico que más bien generaron la disgresión de los estados. Además, las potencias extranjeras -como Estados Unidos- veían con gran recelo la unidad latinoamericana, pues podía poner en peligro sus intereses sobre la región. Estas razones explican, en gran medida, por qué el Congreso de Panamá, de 1826, no logró su cometido, y el sueño bolivariano de la confederación de los nuevos estados americanos quedó inconcluso.
Después de la independencia, Guatemala buscó apoyo en México como aliado para poder mantener la oligarquía en el poder. Gabino Gaínza declaró su anexión a México e inmediatamente, Iturbide envió un ejército al mando del general Vicente Filísola, que fue muy bien recibido en la capital del reino. Pero se produjo una disensión: El Salvador se sublevó contra los mexicanos, y el ejército de Filísola se dirigió hacia aquella provincia, a la cual pudo someter. A la caída de Iturbide, Filísola volvió a Guatemala, donde la situación había cambiado, y se encontró muchos más partidarios de la separación de México y de una independencia total. Propuso convocar un congreso para decidir lo que había de hacerse. El congreso, reunido el 24 de junio de 1823 en Guatemala, declaró la independencia total. El reino de Guatemala pasó a llamarse Provincias Unidas de Centroamérica, y se nombró un gobierno provisional de tres miembros, encabezado por el doctor Pedro Molina, con la misión de redactar una constitución.
Cuando se redactó la constitución, de influencia norteamericana, en noviembre de 1824, el país pasó a llamarse República Federal Centroamericana. Esta estaba formada por cinco estados, que tenían, a su vez, poderes ejecutivos, legislativos y judiciales completamente autónomos dentro de sus límites territoriales. Las luchas de las oligarquías provinciales para mantenerse en el poder, y la de todos contra el intento centralizador de Guatemala, donde residía el gobierno nacional, llevaron a la disolución de la federación. El presidente, Manuel Arce, y el gobernador de cada provincia (en Costa Rica, Juan Mora Fernández; en Nicaragua, Manuel Antonio de la Cerda; en Honduras, Dionisio Herrera; en El Salvador, Juan Vicente Villacorta; en Guatemala, Juan Barrundia), todos ellos pertenecientes a la oligarquía terrateniente, organizaron gobiernos provinciales fuertes y poco a poco fueron separándose del gobierno central. Nicaragua, Honduras y Costa Rica se declararon independientes en 1838, Guatemala, en 1839, y El Salvador se independizó en 1841.

miércoles, 13 de octubre de 2010

LAS CORTES DE CÁDIZ

TEXTO JUNTA SUPREMA DE SEVILLA

Declaración de la Junta Suprema de Sevilla, Don Fernando VII, rey de España y de las Indias, y en su nombre la Suprema Junta.
La Francia, o más bien su emperador Napoleón " ha vio¬lado con España los pactos más sagrados; le ha arre¬batado sus monarcas y ha obligado a éstos a abdicacio¬nes y renuncias violentas y nulas manifiestamente; se ha hecho con la misma violencia dar el señorío de España, para lo que nadie tiene poder; ha declarado que ha elegido rey de España, atentado el más horrible de que habla la Historia; ha hecho entrar sus ejércitos en España, apoderándose de sus fortalezas y capital y esparciéndolos en ella, y han cometido con los españoles todo género de asesinatos, de robos y crueldades [. ..]; y para todo esto se ha valido no de la fuerza de las armas, sino del pretexto de nuestra felicidad, ingrati¬tud la más enorme a los servicios que la nación espa¬ñola le ha hecho, de la amistad en que estábamos, del engaño, de la traición, de la perfidia [...] Ha declarado últimamente que va a trastornar la monarquía y sus leyes fundamentales y amenaza la ruina de nuestra religión católica [...], y nos ha forzado a que, para el remedio único de tan graves males, los manifestemos a Europa toda y le declaremos la guerra. Por tanto, en nombre de nuestro rey Fernando VII, y de toda la nación española, declaramos la guerra por tierra y mar al emperador Napoleón I y a la Francia mientras esté bajo su dominación y yugo tirano, y mandamos a todos los españoles obren con ellos hostilmente [...]; y declaramos que hemos abierto y tenemos franca y libre comunicación con la Inglaterra, y que con ella hemos contratado y tenemos armisticio y esperamos se concluirá con una paz duradera y estable. [...]

Declaración de la Junta Suprema de Sevilla (6 de junio de 1808)



1. Realizar el comentario de texto atendiendo a las siguientes cuestiones:
a. Tipo de texto, circunstancias concretas en que fue escrito, destino y propósito de quién lo escribió.
2. Indicar y explicar las ideas parecidas en el texto resumiendo el contenido.
3. Responder a las siguientes cuestiones:
a. Explicar los motivos que llevan a la declaración de la Junta Suprema de Sevilla.
b. Explicar la evolución de los hechos a partir de esta declaración..

miércoles, 6 de octubre de 2010

EL REINADO DE FERNANDO VII (1814-1833)

EL REINADO DE FERNANDOVII : LA PRIMERA REACCION ABSOLUTISTA (1814-1820)

A. GOLPE DE ESTADO Y RESTAURACIÓN ABSOLUTISTA

El 11 de diciembre de 1813 se firmaba en la ciudad fran¬cesa de Valencay un tratado de paz por el que Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España. Derrotado el ejército napoleónico, el monarca hizo su entrada en España en marzo de 1814. Por instrucciones de la Regen¬cia, pasa por Gerona, se desvía por Zaragoza y llega a Valen¬cia el 16 de abril y en los veinte días que permanece en esta ciudad se prepara la restauración del absolutismo.
Por aquellos días se había publicado un Manifiesto de 69 diputados absolutistas de las Cortes ordinarias (llamado Manifiesto de los persas por la cita inicial), en el que solicitaban al rey la restauración del poder absoluto, la anu¬lación de todo lo aprobado en Cádiz y la convocatoria de unas nuevas Cortes que prepararan una nueva legislación que evitara los abusos y reconociera la propiedad y la «libertad». Esto último no se llevó a efecto (convocar unas nuevas Cortes por estamentos, a la manera que marcaba la tradición), pero sí la primera petición: el monarca, animado por el clima enfervorizado con que fue recibido (de ahí el sobrenombre de «El Deseado») y los consejos de una par¬te del ejército y del clero que exigía el restablecimiento de la Inquisición, firmaba el 4 de mayo, un día antes de salir de Valencia hacia Madrid, un decreto por el que dejaba sin efecto toda la obra legislativa de las Cortes, a las que acusaba de haberle despojado de su soberanía. El decreto, mantenido en secreto, fue publicado en la Gaceta 8 días después, cuando el rey ya estaba en Madrid.
Animado por este clima y apoyos, pocos días después de regresar a Madrid, ordenó la detención de un grupo nume¬roso de diputados liberales, la persecución de los acusados de «infidencia» (afrancesados) y la «purificación» o depura¬ción de funcionarios que hubieran colaborado con el gobierno intruso de José 1. Se iniciaba así una dura repre¬sión que obligó a miles de personas a exiliarse a Francia o a otros países: unos tuvieron que huir por afrancesados, otros por. liberales. Con las medidas policiales y políti¬cas se retornó al Antiguo Régimen: fue suprimida la prensa, tan floreciente en el período gaditano; las institucio¬nes provinciales (como las Diputaciones) que habían surgi¬do en Cádiz también desaparecieron; se restablecieron los antiguos Consejos de Castilla, Indias, Inquisición, Hacienda o de Órdenes; también, los privilegios feudales aunque no de forma total, y se reintegraron las propiedades desamortiza¬das a la Iglesia, la nobleza o los derechos gremiales.

B. LA OPOSICIÓN AL ABSOLUTISMO

Esta etapa de seis años se caracterizó por la inestabili¬dad e ineficacia de los distintos gobiernos (el intento de reforma de la Hacienda fracasó) y la situación de postración económica y política. España tuvo un papel secundario en la escena internacional, pues ni siquiera pudo obtener resultado en la Conferencia de Viena ( 1814-1815), a pesar de haber sido uno de los países más afectados por la invasión napoleónica.
La oposición creciente se plasmó en frecuentes pro¬nunciamientos* militares para reponer el sistema constitucional. Sectores del ejército, del clero y de la clase política trabajaron para derrocar al rey absoluto. En el seno del ejército se produjo una división: por una parte el ejército regular, poco efectivo al principio de la guerra y al que las Cortes intentaron despojar de sus privilegios, creando un nuevo modelo de ejército que no llegó a orga¬nizarse, sometido no al rey sino a la Constitución: sería el germen de un "ejército nacional" inspirado en la Revolu¬ción francesa. Pero los altos cargos de este ejército estu¬vieron más próximos al monarca que a la Constitución.

Bien diferente fue la actitud de un nuevo ejército, sur¬gido de la guerrilla. Muchos de sus jefes, sin formación militar, llegaron a obtener elevada graduación por su heroís¬mo y popularidad: son los casos de Juan Martín Díaz El Empecinado, carbonero de Valladolid, o Francisco Espoz y Mina, campesino navarro. La monarquía absoluta redujo el número de estos militares y el descontento creció entre sus filas. Este grupo nutrirá buena parte de los pronuncia¬mientos habidos en esta etapa, todos ellos fracasados. En 1814 Espoz y Mina se subleva en Navarra, pero fracasa y ha de huir a Francia; en 1815, otro héroe de la Independen¬cia, Juan Díaz Porlier, se pronuncia en La Coruña, pero aca¬ba siendo detenido y ejecutado. La misma suerte corrieron los pronunciamientos de Richart en 1816, el general Luis de Lacyen 1817 o el coronel Joaquín Vidal en Valencia en 1819. Mejor fortuna tuvo la intentona del conspirador Juan van Halen, descubierto en Granada y que escapó de la cárcel de la Inquisición en Madrid. En todos estos movimientos de oposición tuvo importante papel la burguesía comercial y la masonería, que empezó a tener notable influencia entre los sectores liberales españoles del momento.
Por último, el teniente coronel Rafael del Riego y el coronel Quiroga se pronuncian en enero de 1820 en Las Cabezas de San Juan (entre Sevilla y Cádiz), y tras más de dos meses de correrías por tierras de Andalucía y Extremadura, logran el triunfo de la Revolución en todo el país. Este triunfo se debió más a la incapacidad del régimen absoluto para reprimirlo que a la propia acción de los sublevados. El 10 de marzo, Fernando VII firmaba un mani¬fiesto acatando la nueva situación con estas palabras que demuestran la insinceridad de su contenido por los sucesos que luego vinieron: "Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional". Empezaba así el trienio liberal o constitucional.

4. EL TRIENIO CONSTITUCIONAL (1820¬-1823)

A. LA DIVISIÓN DEL PRIMER LIBERALISMO

El pronunciamiento de Riego en Las Cabezas de San Juan, donde se encontraba al mando de las tropas que debían embarcar hacia América para luchar en la guerra de inde¬pendencia de las colonias, tardó en triunfar: fue más la activi¬dad conspiradora y la propaganda que la acción militar.
Pero pronto dos problemas iban a dificultar la labor de los gobiernos liberales: por una parte, la actitud cons¬piradora del propio monarca, que solicitó la ayuda de la Santa Alianza (coalición de países absolutistas) para reponer¬lo como monarca absoluto; por otra la división interna del grupo liberal, con dos facciones, la moderada (antiguos doce¬añistas: Argüelles, Toreno, Canga Argüelles, Garcia Herreros, Martínez de la Rosa) y la exaltada (Riego, San Miguel, Romero Alpuente, Felipe Benicio Navarro), que pedían soluciones más radicales e incluso republicanas. Los primeros había hecho las reformas en Cádiz durante la guerra contra los franceses y los segundos habían protagonizado la revolución que había res¬taurado el sistema constitucional. El protagonismo dado a los doceañistas en un primer momento hizo que los sectores más radicales mantuvieran una actitud de enfrentamiento al gobierno hasta agosto de 1822, en que se produce un giro exaltado con el gobierno de Evaristo San Miguel. La petición de ayuda a la Santa Alianza dio su fruto, cuando un ejército francés (Los Cien Mil hijos de San Luis), al mando del duque de Angulema, hizo su entrada en España en abril de 1823 y llega¬ba a Cádiz a fines de septiembre, donde se habían refugiado las Cortes y el gobierno junto con el rey. El I de octubre, Fernando VII disolvía las Cortes, anulaba su labor y reponía el sistema absoluto.

B. LOS AGENTES DE LA REVOLUCIÓN

Podemos decir que la Revolución liberal se hace reali¬dad a partir de 1820 gracias a los diversos agentes que la llevan a cabo: grupos políticos, Sociedades Patrióticas, Socie¬dades secretas, Cortes, Milicia Nacional y la prensa. Aún no se puede hablar de partidos políticos, sino de posición o actitud ante la Revolución liberal. Para los liberales mode¬rados la revolución se había producido ya y por lo tanto lo que había que hacer era aplicar las leyes y reformas apro¬badas en Cádiz; para los liberales exaltados no era suficien¬te lo hecho hasta ese momento y el proceso revoluciona¬ rio debía seguir avanzando. Nacía así el germen de los par¬tidos políticos, que junto a las Sociedades Patrióticas, centros de reunión y discusión política, preparaban el clima de la lucha ideológica del siglo XIx. Entre los exaltados figu¬raba buena parte de los miembros de la Milicia Nacional, ejército de base popular creado con la revolución.
Las Sociedades Patrióticas surgieron en toda España con el pronunciamiento de Riego, convertido en héroe y mito de la Revolución. Más de 270 llegaron a constituirse en
164 ciudades o pueblos. Eran una especie de clubes que se reunían en cafés, teatros, conventos desamortizados o casas particulares, y en ellos se hablaba, leía la prensa o se pro¬nunciaban discursos de encendido tono revolucionario. Fue¬ron famosas las Sociedades que se reunieron en La Fontana de Oro, inmortalizada por Pérez Galdós en su novela; la de Los Amigos de la Libertad, que se reunía en el café de Lorencini, o La Cruz de Malta, todas ellos en Madrid. Estas Sociedades cumplieron un doble papel: su identificación con el pueblo llano, para quien demandaban mejoras sociales y su adhesión a la causa de la libertad; por otra parte, solicitaban al pueblo que votara a las clases burguesas para evitar que ese pueblo obtuviese más derechos y se convirtiera en una amenaza. Centros de conspiración y de presencia pública, tienen en la prensa y la propaganda uno de los medios de expresión básicos: en estos tres años y medio aparecieron casi 700 periódicos, aunque la mayoría de ellos de muy corta vida.

Otro de los' agentes de la revolución fue la presencia de las Sociedades secretas, aunque su importancia no fue muy destacada. De ellas sobresale la masonería*, conver¬tida en garante de la revolución y unida a los altos cargos del gobierno. La mayor parte de las logias estaban en Madrid y los más destacados políticos liberales del Trienio pertenecieron a la masonería, así como los líderes de la independencia americana. La ruptura dentro de la masone¬ría dio lugar al surgimiento de la sociedad de Los comuneros en febrero de 1821, de ideario liberal radical próximo al republicanismo. Llegó a contar con unos 60.000 asociados. Otras sociedades como Los carbonarios de influencia italia¬na apenas tuvieron importancia en España, pero muestran el espíritu romántico de los revolucionarios de esta época.
La Milicia Nacional, prevista ya en la Constitución de 1812, se organiza desde 1820 como una fuerza de ciuda¬danos armados dispuestos a la defensa del orden consti¬tucional. En ella vieron los exaltados la Patria en armas, y sus dirigentes eran los elementos más radicales, con un entusiasmo sin límites en la defensa del sistema liberal. Aunque nacida desde el Estado, poco a poco se convirtió en una fuerza local, reclutada y pagada por los ayunta¬mientos o diputaciones provinciales.

Por último, las Cortes del Trienio conocieron varias legislaturas de corta dura¬ción y su obra legislativa fue de gran envergadura, aunque sólo en parte pudo apli¬carse por la corta vida de esta etapa política: desamortización de bienes del clero (la llamada reforma de regulares); supresión del mayorazgo; de la Inquisición como tal (si bien en 1823 vuelve bajo otro nombre); de la Compañía de jesús; aplicación del decreto de disolución de los señoríos jurisdiccionales de una forma más radical; per¬dón a los afrancesados; creación de un nuevo ejército constitucional (servicio mili¬tar obligatorio para defensa exterior y del orden interno de la nación); aprobación del primer Reglamento de Instrucción Pública que establece los tres niveles educa¬tivos vigentes hasta hoy (enseñanza primaria, secundaria y universitaria); nueva divi¬sión provincial; reducción del diezmo, etc.
y todo ello en el marco de una guerra civil que se inicia a fines de 1821 con partidas realistas que como la guerrilla atacan las ciudades. Uno de estos guerrille¬ros absolutistas, el barón de Eroles, estableció en Urgell una Regencia por enten¬der que el rey estaba secuestrado por los liberales y pidió ayuda a Francia para res¬taurar el absolutismo.


5. EL REINADO DE FERNANDO VII : LA SEGUNDA REACCIÓN ABSOLUTISTA (1823-1833)

A. REPRESIÓN, EXILIO Y PROBLEMAS DE LA HACIENDA

Esta etapa, que los liberales bautizaron con el calificati¬vo de «década ominosa»*, tiene dos momentos claros: uno de represión antiliberal hasta 1826-27 y otro, a partir de ese año, en que el rey ha de hacer frente a la insurrec¬ción liberal y a la conspiración realista del primer carlis¬mo, sector ultraconservador.
La represión política y el exilio se extendieron durante toda la década. Muchos intelectuales, diputados de las Cortes del Trienio, militares, funcionarios, etc, tuvieron que huir y se refugiaron en Gibraltar, desde donde marcha¬ron a Inglaterra, u otros países de Europa y América. Por el norte otro numeroso grupo de exiliados, compuesto de mili¬tares, comerciantes o campesinos huyeron hacia Francia. Destacan en este gran exilio (unas 8.000 personas), milita¬res como Espoz y Mina, Torrijos o Gabriel Císcar; clérigos como, Antonio Bernabeu, los hermanos Villanueva o Blanco White, que se encontraba en Inglaterra desde 1810; Y comerciantes, cargos públicos o _scritores como Martínez de la Rosa, Mendizábal, Canga Argüelles, Flórez Estrada, el Duque de Rivas,Antoni Puigblanch o Vicente Salvá. En torno a Lord Holland y su esposa, una influyente familia londinense muy interesada en los asuntos de España, se formó un des¬tacado grupo de intelectuales y militares que hablaban de las cosas de España y pensaban en cómo cambiar la situación. En 1830, tras el triunfo de la revolución en París, muchos de los exiliados españoles en Inglaterra se trasladaron a Francia.
Para llevar a cabo esta represión política y «purifica¬ción» de empleados públicos se crearon las comisiones militares ejecutivas, las Juntas de purificación y, en 1825, la Policía con misiones de vigilancia política. Y en algunas ciu¬dades se restauró la Inquisición bajo la forma de juntas de Fe, por iniciativa de los obispos más reaccionarios, como el de Valencia, Simón López, bajo cuya influencia se produ¬jo la última ejecución inquisitorial en 1826.

Algunos miembros del gobierno de Fernando VII eran par¬tidarios de reformas administrativas próximas al pensamien¬to ilustrado. Destaca en este sentido, el ministro Luis López Ballesteros, que emprendió una reforma hacendística, con la que se incrementó la recaudación en un 25 %.También fue él quien introdujo el presupuesto del Estado en 1828, el nue¬vo Banco de San Fernando o el Código de Comercio. Otras reformas de esta etapa fueron la creación del Consejo de Ministros, la Ley de Minas o la concesión a Cádiz de un puer¬to franco aunque por poco tiempo (1829-1831).
Pero Fernando VII tuvo que hacer frente a dos cons¬piraciones:
a) la liberal, que seguía la táctica del pronunciamiento y luego pasó a la insurrección organizada. El ex-jefe de la guerrilla y militar, Espoz y Mina, formó una Junta en Bayona para dar una solución moderada al rey; por otro lado, otros militares y civiles, al mando del general Torrijos intentaron en diciembre de 1831 una insurrección militar tras desem¬barcar en la costa de Málaga desde Gibraltar. Torrijos y sus seguidores -entre ellos el militar inglés Robert Boyd- fue¬ron detenidos y fusilados pocos días después, convirtién¬dose en un símbolo del heroísmo liberal revolucio¬nario, al igual que Mariana Pineda, detenida, procesada y ejecutada también en 183 I por haber bordado una bande¬ra morada con las palabras «Ley. Libertad. Igualdad».
b) La otra conspiración venía del sector más reaccio¬nario, llamado ultrarrealista, apostólico o realista puro. En 1823 ya se habían creado sociedades secretas de esta tendencia, con nombres como junta Apostólica o el Ángel Exterminador, cuyos proyectos fueron dados a conocer en un folleto titulado Españoles: Unión y Alerta, muy difundido en
1824-1825. En 1825 el pronunciamiento de Bessieres, un militar de origen francés, acabó siendo descubierto y su ins¬tigador fusilado. Fue en Cataluña donde se produjo ya en
1827 el primer levantamiento antiliberal, precursor del car¬lismo, conocido como la guerra deIs agraviats o malcontents (agraviados o descontentos). Un año antes, con motivo de la sucesión en Portugal, con un gobierno liberal, Fernando VII se distanció de su hermano Carlos por la actitud «mode¬rada» de Fernando respecto a los liberales portugueses.

B. LA SUCESIÓN DE FERNANDO VII

En 1829 fallecía la tercera esposa del rey, lo cual dejaba dos posibilidades de sucesión en el trono: su hermano Car¬los, defensor de los realistas por influjo de su mujer; o un heredero directo habido en un nuevo matrimonio del monarca. Al fin, Fernando VII se casó con su sobrina María Cristina de Nápoles. El 20 de marzo de 1830, al anunciar el embarazo de la reina, se puso en vigor la Pragmática Sanción de 1789 por la cual quedaba sin efecto la Ley Sáli¬ca, que limitaba de hecho el acceso al trono para las muje¬res. Este hecho suscitó la protesta de los partidarios de Don Carlos. El 10 de octubre del mismo año nacía la infan¬ta Isabel y con ella se iban perfilando los dos bandos: carlistas, defensores de los derechos de don Carlos al trono español, y cristinos o isabelinos, que hacían valer los derechos de Isabel; en este último grupo se alinearon los liberales de todo signo.
El 13 de septiembre de 1832 Fernando VII sufrió un grave ataque de gota. Cre¬yéndose al borde de la muerte, el rey firmó un documento, por presiones del ministro Calomarde y el grupo «carlista», por el que quedaba sin efecto la Pragmática Sanción. Era el triunfo momentáneo de los partidarios de Don Carlos. Pero recuperado de su enfermedad, Fernando VII destituyó a Calomarde, firmó una amplia amnistía, abrió las universidades cerradas dos años antes y restableció la Pragmática Sanción. De esta forma, Isabel fue declarada heredera del trono. Don Carlos se exilió en Por¬tugal y sus partidarios prepararon la guerra. El 29 de septiembre de 1833 muere el rey, María Cristina asume la Regencia durante la minoría de edad de Isabel. Los carlistas se alzan en armas. Comenzaba así la primera guerra civil del siglo XIX.

COMENTARIO DE TEXTO CONSTITUCIÓN 1812

L as Cortes Generales y extraordinarias de la Nación española....
Art. 1. La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios..
Art. 2. La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser, patrimonio de ninguna familia o persona.
Art. 3. La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a esta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales.
Art. 4. La Nación esta obligada a proteger y conservar por leyes sabias y justas la libertad civil, la propiedad y los demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen...
Art. 8. También esta obligado todo español, sin distinción alguna, a contribuir en proporción a sus haberes para los gastos del Estado...
Art. 12. La religión de la Nación española es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única y verdadera. La Nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquier otra.
Art. 14. El gobierno de la Nación española es una monarquía moderna y hereditaria.
Art. 15. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey.
Art. 16. La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el rey.
Art. 17. La potestad de aplicar las leyes en las causas civiles y criminales reside en los tribunales establecidos por la ley.
Art. 34. Para la elección de los diputados a Cortes, se celebrarán juntas electorales de cada parroquia, partido y provincia.
Art. 142. El Rey tiene derecho de veto por dos veces consecutivas.
Art. 366. En todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar, y el catecismo de la religión católica, que comprenderá también una breve exposición de las obligaciones civiles...



Contestar a las siguientes preguntas.
1. Tipo de texto.
2. Identificar los derechos que consagra la Constitución española.
3. Explicar las circunstancias históricas en que se reúnen las Cortes.
4. Explicar el cambio político que significa la Constitución referente a la época anterior.
5. Comenta tu opinión personal sobre las posibilidades de triunfo de la Revolución burguesa española entre 1810 y 1814.

sábado, 2 de octubre de 2010

MODELO COMENTARIO DE TEXTO PAU

COMENTARIOS DE TEXTO / HISTORIA / SEGUNDO DE BACHILLERATO
/ LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (1808-1814)
/ “CARTA DE J. A. LLORENTE DEL 4 DE JUNIO DE 1808”

Declaraciones de un afrancesado (carta particular de J. A. Llorente, 4 de junio de 1808)
[…] “en el caso imaginario de poder resistir a las fuerzas del Emperador de los franceses vendríamos a parar en guerras civiles sobre quién habría de reinar; o retrocederíamos al terrible tiempo de haber tantos reyes cuantas provincias, como al tiempo de la invasión sarracénica para eternizar el odio, y los sentimientos de unos españoles contra otros y las calamidades de todos […]
La experiencia de todos los tiempos ha enseñado que la multitud de tropas
bisoñas, indisciplinadas y coecticias, se disipa luego que deja tres o cuatro mil hombres tendidos en el campo de batalla. La historia de los siglos modernos añade que sin llegar este caso basta el extremo terrible de los tiros de artillería para convertir en enjambres fugitivos de moscas los millares de paisanos presentados de repente al peligro de la
muerte. […]
El traer a cuento para las ocurrencias del días las disputas de si Napoleón tiene o
no justo título de nombrar un rey de su familia para España es otro error político que sólo puede influir para nuestras desgracias. ¿Cuál era el derecho de los cartagineses?,¿cuál el de los Romanos?, ¿cuál es el de los Godos?, ¿cuál es el nuestro mismo en las Américas?
La indagación única que nos interesa es la de si es o no es útil admitir la nueva
dinastía francesa. […] Así como se creyó útil aliarnos en fines del siglo XV con la casa de Austria por ser entonces la más poderosa de Europa, y en principios del siglo XVIII con la de Borbón porque Luis XIV de Francia era el rey más grande de su tiempo, así también ahora nos conviene la casa de Napoleón porque su poder es el mayor del mundo conocido, y su protección es capaz de elevar nuestra monarquía al grado más alto de gloria, esplendor y grandeza”.
G.Dyfour, Los afrancesados.

Análisis del texto y cuestiones
1. Clasificación del texto: naturaleza, autor y circunstancias en las que fue escrito
2. Análisis de las ideas principales y secundarias
3. Cuestiones:
a) Estatuto de Bayona
b) Las actitudes ante la ocupación
c) Guerra de la Independencia.
1.-Clasificación del texto

Se trata de una fuente secundaria de naturaleza historiográfica, ya que el texto que
analizamos está recogido en el libro “Los afrancesados” del autor G. Dyfour, quien, en esta monografía sobre los partidarios de José I, recoge una carta particular de J. A. Llorente, clérigo afrancesado, fechada el 4 de junio de 1808. Dicha carta, un documento de carácter privado y por tanto confidencial, sólo se puede entender desde el conocimiento y la vivencia personal de los hechos ocurridos en España el año 1808: presencia de tropas francesas, intrigas palatinas, Motín de Aranjuez, Abdicación de Carlos IV y Abdicaciones de Bayona, Estatuto de Bayona, acontecimientos del mayo madrileño de 1808, etc. La sociedad española, y el remitente de la carta, se cuestiona y establece posturas ante la situación generada por la ocupación francesa del territorio peninsular y ante el cambio de dinastía, forzado por Napoleón al imponer como rey de España a su hermano, José Bonaparte. Llorente se expresa partidario de José Bonaparte ya que confía que la monarquía española, gobernada por un hermano de Napoleón y bajo su protección, alcance “el grado más alto de gloria, esplendor y grandeza”.
Juan Antonio Llorente fue un eclesiástico e historiador español. Hombre culto e ilustrado, fue comisario de la Inquisición en Logroño, alcanzando la Secretaría General de la institución en 1789. Inició un proyecto de reforma del Santo Tribunal en un momento difícil, ya que fue en estas fechas cuando la Inquisición se empleó por parte del gobierno para depurar las influencias procedentes de Francia, que había vivido su revolución pocos años antes. Con José Bonaparte fue nombrado Archivero e Historiador del Santo Oficio, iniciando su estudio histórico que vería la luz en Francia años después (Historia de la Inquisición española -1817). El “rey intruso” le otorgó el cargo de consejero de Estado. También es autor de Memoria para la
historia de la revolución española (1814-16).
2.- Análisis de las ideas principales y secundarias
La idea principal de texto, expuesta a modo de conclusión, es el posicionamiento del remitente de la carta a favor de la nueva dinastía Bonaparte en razón de la utilidad que para la grandeza y esplendor de España tiene la vinculación a la Francia napoleónica y la protección del emperador de los franceses. En resumen, Llorente es uno de esos intelectuales españoles herederos de la Ilustración española, que veían en la nueva dinastía una oportunidad para realizar reformas políticas y sociales frente al Antiguo Régimen. En párrafos anteriores, utilizando abundante argumentación histórica en apoyo de su posición, ha rechazado, por inútil y absurdo, el preguntarse quién habría de reinar en el impensable caso de ser capaces de rechazar a los ejércitos napoleónicos, o cuestionarse la legitimidad de Napoleón para dar a España un rey de su familia.
3.-Cuestiones:
a).-Estatuto de Bayona
El nuevo régimen político monárquico de José I quedó diseñado por el denominado Estatuto de Bayona, que fue elaborado por el entorno de Napoleón y promulgado en esa ciudad francesa en julio de 1808. El Estatuto de Bayona, que jamás fue aplicado, en realidad debe ser definido como una Carta Otorgada, puesto que no fue realizado libremente por los representantes de la nación. Se trataba de un texto legislativo parcialmente reformista, ya que incluía en su contenido el reconocimiento de ciertos derechos individuales (libertad de imprenta, libertad de movimientos, libertad de industria y comercio, igualdad fiscal) y la supresión de los gremios, de los mayorazgos y las torturas a los detenidos. También afirmaba la religión católica como única permitida, garantizaba el mantenimiento de algunos privilegios estamentales y continuaba reservando al rey la práctica totalidad de los poderes, incluyendo las atribuciones gubernamentales y legislativas. Asimismo, el Estatuto preveía la celebración de elecciones a representantes en Cortes, cada tres años, mediante un sistema de sufragio extremadamente restringido y por estamentos. Su contenido fue completado personalmente por Napoleón ordenando la abolición de la Inquisición y de los derechos señoriales.
De cualquier forma, José I fue un monarca siempre itinerante, débil y falto de autoridad, que nunca logró ejercer el gobierno efectivo de España porque las decisiones más importantes siempre las tomó su hermano Napoleón.
b).-Las actitudes ante la ocupación
Los españoles reaccionaron de forma diferente ante los hechos consumados de la invasión francesa y las renuncias de Bayona. La mayoría de la población, perteneciente a distintos grupos sociales y opciones ideológicas, se opuso a la ocupación y participó más o menos activamente en las luchas contra el ejército napoleónico.
Otro sector de la sociedad, compuesto especialmente por funcionarios públicos empleados que vivían en las ciudades controladas por los franceses, adoptó una posición más tibia e indecisa.
Muchos de ellos incluso prestaron sumisos el exigido juramento de fidelidad a Bonaparte solo para sobrevivir y conservar su situación.
Por el contrario, José I únicamente recibió el apoyo de un grupo numéricamente muy reducido de españoles. Estos colaboracionistas, que pronto recibieron el apelativo de “afrancesados”, pertenecían a los sectores sociales más altos y eran, en muchos casos, ilustrados cultos y entusiastas de la realización de reformas, como fue el caso de Francisco Cabarrús, Javier de Burgos, Mélendez Valdés, Leandro Fernández de Moratín.
Algunos de los motivos expuestos por esta minoría de afrancesados para justificar su
cooperación con Napoleón fueron:
• La resistencia armada era inútil y cualquier oposición a las invencibles fuerzas
francesas, provocaría inevitablemente la ruina de España.
• La única manera de evitar la desmembración del territorio español, de asegurar la
integridad y de mantener los territorios americanos consistía en respaldar los planes
napoleónicos.
• El cambio dinástico ofrecía una oportunidad para emprender un programa de reformas
que España necesitaba, evitando experiencias revolucionarias.
Aunque algunos afrancesados eran personas bienintencionadas, muchos eran simples
oportunista, ansiosos por medrar y ocupar buenos cargos aprovechando la nueva situación. En cualquier caso, todos ellos fueron considerados traidores a su patria por la mayoría del pueblo
español, y al finalizar la guerra, se vieron forzados a marchar al destierro por su colaboración con el enemigo. Aproximadamente, unos 15.000 afrancesados se refugiaron en Francia al terminar la Guerra de la Independencia en 1814.
c).-Guerra de la Independencia.
La guerra de la Independencia supuso algo más que un enfrentamiento entre españoles y
franceses. Por una parte, fue un conflicto civil interno entre los afrancesados, partidarios de José I, y los llamados “patriotas”. Por otra, fue también un conflicto internacional entre las dos grandes potencias, Francia y Gran Bretaña, ahora aliada de España, que dirimían en la Península su lucha por la hegemonía mundial.
Los acontecimientos militares se sucedieron en tres fases:
Primera fase: desde mayo a finales de 1808.
Se desarrolló una guerra convencional en la que frente a la superior técnica militar francesa, los españoles opusieron una heroica resistencia. Durante estos meses las tropas francesas, unos 150.000 hombres bajo el mando de Murat, fueron incapaces de ocupar rápidamente el país. No lograron conquistar Gerona, Zaragoza ni Valencia. El ejército español venció en la batalla de Bailén y los franceses se vieron obligados a evacuar Madrid y Portugal, derrotados en este caso por el ejército inglés, aliado ya de los españoles.
Segunda fase: desde finales de 1808 hasta finales de 1811.
Fase de dominio militar francés, que se inició con el traslado de Napoleón en persona a España al frente de 250.000 hombres, en su mayoría los mejores veteranos de guerra. El emperador recuperó Madrid. En 1809 sólo Cádiz estaba libre del dominio francés; pero la ocupación de España fue muy dificultosa por el hostigamiento, cada vez mayor, de las guerrillas, partidas numerosas que atacaban a los franceses y rompían sus líneas de abastecimiento. Esta forma de guerra contó con personajes destacados como Espoz y Mina, el cura Merino o Juan Martín, “el Empecinado”.
Tercera fase: 1812 y 1813.
Con el declive del poderío de Napoleón en Europa se iniciaron las derrotas francesas en España. Durante estos años los franceses, con efectivos cada vez más reducidos e impotentes para afrontar simultáneamente la guerra en dos frentes (España y Rusia), se irán retirando progresivamente hacia la frontera pirenaica empujados por los españoles y por el ejército angloportugués dirigido por el general Wellington, quien venció a los franceses en la batalla de Arapiles. En 1813, las derrotas de Vitoria y San Marcial llevaron a la expulsión definitiva de las tropas napoleónicas. En 1814 Fernando VII regresó a España, liberado de su cautiverio.

ESTATUTO DE BAYONA

COMENTARIO DE TEXTO

TEXTO.-
“...Españoles: entrando en territorio de la nación que la Providencia me ha confiado para gobernar, debo manifestarle mis sentimientos. Subiendo al trono cuento con almas generosas que me ayuden a que esta nación recobre su antiguo esplendor. La Constitución cuya observancia vais a jurar, asegura el ejercicio de nuestra santa religión, la libertad civil y política, establece una representación nacional; hacer revivir vuestras antiguas cortes, mejor establecidas ahora... (y) ...siendo el garante de la libertad individual [ ... ] será tambien [ ... ] el asilo honroso con cuyas plazas se veran recompensados los más eminentes servicios que se hagan al Estado [ ... ] Pasiones ciegas, voces engañosas, e intrigas del enemigo común del continente que sólo trata de separar las Indias de la España, han precipitado algunos de vosotros a la más espantosa anarquía; mi corazón se halla despedazado al considerarlo;K pero mal tamaño puede cesar en un momento. Españoles: reuníos todos; ceñíos a mi trono; haced que disensiones internas no me roben el tiempo ni distraigan los medios que únicamente quisiera emplear en vuestra felicidad. Os aprecio bastante para no creer que pondréis de vuestra parte cuantos medios hay para alcanzarla; y éste es mi mayor deseo.”
Publicado en la Gaceta de Madrid.

1.- Clasificación.-

1.1.- Naturaleza del texto.-

Se trata de un manifiesto real, de carácter público, donde se hace una declaración de intenciones y una convocatoria a la concordia de todos los españoles, tras la jura de la Constitución de Bayona. Publicado en la Gaceta de Madrid, el 16 de julio de 1808.

1.2.- Circunstancias del texto.-

El contexto histórico en el que ha de situarse el texto comentado es el correspondiente al pleito dinástico entre los Borbones españoles y las abdicaciones de Bayona, que traen como consecuencia la cesión de la corona de España a Napoleón I Bonaparte y de éste a su hermano José Bonaparte.

El 19 de marzo de1808, fecha del Motín de Aranjuez, Carlos IV abdica en su hijo Fernando VII ante el temor a los disturbios populares y a la suerte que pudiera correr Godoy, a quien por Decreto del día anterior había exonerado de sus empleos de generalísimo y almirante. Aunque en el decreto de abdicación afirma hacerlo por propia voluntad y como consecuencia de sus problemas de salud, lo cierto es que el día 23 envía una carta a Napoleón explicándole los sucesos de Aranjuez y afirmando que ha renunciado al trono por la fuerza de las circunstancias, a la vez que se pone en manos del Emperador.

El hecho de que la familia real española se acogiese a la protección de Napoleón y se sometiese a su arbitraje, da pie a éste para decidir la sustitución de la dinastía borbonica por su propia dinastía familiar. El mariscal Murat es encargado de lograr la retractación de Carlos IV de su renuncia al trono a favor de Fernando, lo que se plasma en un Acta de protesta expedida el 23 de mayo, pero con fecha de documento de dos días antes para darle más verosimilitud.

El último obstáculo a este proyecto de cambio dinástico está en Fernando VII, quien es convocado a una entrevista personal con el emperador, primero en Burgos, luego en Vitoria y por fin el Bayona, donde ha sido llevada toda la familia real.

Las presiones del emperador para lograr la devolución de la corona a Carlos IV mediante la abdicación de Fernando en su padre se encuentran con la resistencia justificada en un problema de procedimiento legal alegando que no existen las condiciones legales apropiadas, ya que la exclusión del trono español de la actual dinastía no se podría hacer sin el expreso consentimiento de la Nación española, reunida en Cortes y en un lugar seguro.

La renuncia de Fernando VII a la corona a favor de su padre se produce tras las noticias de las sublevaciones populares de Madrid el 2 de mayo y la consiguiente amenaza de muerte por parte de Napoleón. Previamente, existe un Tratado de cesión de la corona de España por Carlos IV a Napoleón., de fecha 5 de mayo, al que se adhiere Fernando como Príncipe de Asturias.

La maniobra política culmina con el nombramiento de José Napoleón, hermano mayor del emperador, como rey de España. La necesidad de dar valor jurídico al cambio de dinastía se plasma en dos hechos:

• Reunión de una Junta de Notables en Bayona, en representación de los tres brazos de las cortes tradicionales: clero, nobleza y estado llano. Su misión sería legitimar el traspaso de la corona.
• Redacción de la Constitución de Bayona, carta otorgada en la que se establecen instituciones como el Senado, las Cortes y el Consejo de Estado, y que será jurada por José Napoleón el 8 de Junio.


1.3.- Autor del texto.-

El autor del Manifiesto es José Napoleón I Bonaparte y al poco de entrar en España. Se fecha en Vitoria, el 12 de Julio de 1808, camino de la Corte de Madrid.

1.4.- Destinatario del texto.-

Por tratarse de un manifiesto, es de carácter público y dirigido a la colectividad de españoles y también a los miembros de la Diputación general reunidos en Bayona.

2.- Análisis y explicación.-

2.1.- Análisis del texto.-

Del citado documento se pueden sacar varias expresiones, de cuyo analisis se desprenden las circunstancias que rodean al mismo:

“La Constitución...”
El 6 de Julio de 1808 es aprobada en Bayona la Constitución, jurada dos días después por José I, como paso previo a su coronación. Esta constitución es propiamente una Carga Otorgada por el monarca, con un sistema político autoritario, que establece instituciones como Senado, Cortes y Consejo de Estado sin iniciativa legal.

“Antiguas cortes”
Es evidente el deseo de producir un efecto de continuidad entre el antiguo sistema de gobierno y el nuevo régimen, ya que a través de la nueva constitución (la de Bayona) se revive la antigua institución condenada a la inactividad por el despotismo borbónico, a la vez que es mejorada mediante la institución de un senado.

“Garante de la libertad individual”
Es una referencia, en el texto original, al Senado, cuyas funciones son la conservación de la libertad individual y de imprenta. En cuanto al nombramiento de sus miembros, el propio Manifiesto da a entender que se trata de una sinecura [asilo honroso] como recompensa de los servicios prestados al Estado.

“Enemigo Común del Continente”
Es una clara alusión a la Gran Bretaña. A la que Napoleón intenta doblegar mediante una política de aislamiento económico. Ya en Septiembre de 1806 ha promulgado el Decreto de Bloqueo y, el 27 de Octubre de 1807, suscribe con Carlos IV el Tratado secreto de Fontainebleau, cuyo objeto es la invasión y desmembramiento de Portugal, aliado inglés y base de operaciones en el continente.

“Vuestra felicidad”.
Esta alusión a la felicidad colectiva es un vestigio de las ideas ilustradas del siglo XIII, según las cuales el poder se legitima en la búsqueda de la felicidad pública, entendida en el sentido de la riqueza material y la prosperidad de la nación.

2.2.- Explicación.-

La llegada de José I a tierras españolas se hace por Vitoria, desde donde lanza el manifiesto a la nación [entrando en el territorio...]. Denota su condición de rey extranjero que, al pisar suelo nacional, busca congraciarse con sus gentes para lo que adopta un tono conciliador y dice contar con almas generosas que le ayuden al buen gobierno.

Las personas adictas al nuevo gobierno son las llamadas afrancesados o juramentados, entre los que hay que contar, en primer lugar, con los miembros de la Junta de Bayona que sancionan la constitución otorgada por Napoleón y juran fidelidad al nuevo monarca, y con aquellas personas que han recibido una fuerte influencia cultural francesa a partir del siglo XVIII. Como la buena voluntad no tiene valor político, su gesto no es apreciado por los españoles, quienes le considerarán, hasta su salida del territorio, un Rey Intruso.

La Constitución de Bayona, siguiendo el iderario de la Revolución Francesa, toma la defensa de las libertades ciudadanas como la inviolabilitad del domicilio, la libertad de movimientos, la igualdad jurídica y la supresión de privilegios y, a la vez, es garante de la religión católica, según se recoge en su título I. Con ello se pretende buscar la adhesión de la Iglesia y de las clases más conservadoras, al asegurar el control ideológico y moral sobre el pueblo.

Empleando un tono paternal y admonitorio que informa todo el Manifiesto, la propia persona del rey se propone como alternativa a las calamidades de la guerra, cuyo origen está en la acción de Inglaterra, interesada en la anarquía interna para así lograr sus fines: separar las Indias de la corona española. Consecuencia de la unión de intereses del trono y los españoles será el fin de las disensiones internas que redundará en la felicidad pública Así, la nueva monarquía se presenta como el remedio a la guerra y a la pérdida de las riquezas que supone el bloqueo inglés al tráfico marítimo.
3.- Conclusión.-

3.1.- Aportaciones del texto.-

Ciertamente se trata de un documento de escasa aportación al desarrollo político de aquel momento histórico, y de nula influencia en los hechos inmediatamente posteriores. Tiene el valor de ser un testimonio, una manifestación de intenciones de un rey que ha sido impuesto por la fuerza de las armas y gracias a la intriga política, sin consultar la voluntad nacional. Desde esta perspectiva, su efectividad es prácticamente nula, ya que el reconocimiento de la autoridad que lo expidió no se da por parte de ninguna de las instituciones entonces en vigor en la Península, opuestas a la ocupación y ellas mismas depositarias de la soberanía nacional ante el vacío de poder causado por el secuestro de la familia real.

De hecho, la derrota francesa en Bailén supone el abandono de la Corte por parte de José I, y su huida hacia Burgos y Vitoria, hasta la entrada de Napoleón en España al frente de la Grande Armée. Éste, una vez que se entrevistara con el zar Alejandro I en Erfurt, evitando la posibilidad de que Austria abriese un nuevo frente bélico, ocupa de nuevo la península en menos de un mes y repone en el trono a José I. De nuevo ocupa el trono mediante un acto de fuerza que deslegitima la buena voluntad expresada en el manifiesto.

3.2.- Crítica del texto.-

El manifiesto es consecuencia de un acto previo, que es el nombramiento como monarca recibido de manos de Napoleón tras las abdicaciones del rey y su heredero. Pero esta situación plantea el problema jurídico de consulta al país. De acuerdo con la teoría política en España sobre el origen divino del poder, la sociedad, desde el momento de su constitución, lo transmite en su integridad al soberano mediante un contrato tácito, y el soberano lo transmite a sus herederos. Pero al extinguirse la dinastía el contrato pierde vigor y la soberanía vuelve a su detentador original, por lo que se exige una nueva consulta a la sociedad.


En este caso, el secuestro del soberano lo inhabilita para tomar libremente la decisión de rescisión del contrato. Y esta es la razón que esgrime Fernando VII en la carta que envía en Bayona a su padre el mes
de mayo de 1808, advirtiéndole que se trata de excluir a su dinastía del trono de España para ser sustituída por la imperial francesa, por lo que [esto no podemos hacerlo... sin el expreso consentimiento de la Nación española, reunida en Cortes y el lugar seguro]. Puesto que están en país extraño y bajo presión, dificilmente nadie podría creer que actuarían con libertad.

Por estas razones, al carecer de valor jurídico el nombramiento de José I como rey, queda invalidado cualquier otro acto legal o político emanado de su autoridad.

3.3.- Interés del texto.-

Su interés deriva de su valor intrínseco como documento político y, sobre todo del contexto histórico en que se produce. La llamada a la Nación española a defender sus intereses con la promesa de un gobierno “de unidad nacional” – en expresión moderna – bajo una invitación expresa [ceñíos a mi trono], contrasta con la actitud de resistencia política y armada de la población.
En la oposición al gobierno intruso destaca una incipiente burguesía que asume el principio de soberanía nacional en forma de Juntas Supremas Provinciales ante la pasividad del Consejo de Castilla y las autoridades provinciales. La evolución de los hechos llevará a las cortes constituyentes en Cádiz que suponen una revolución de las estructuras del Artiguo Régimen y el intento de formar un Estado liberal.

De cualquier forma, el reinado de José Napoleón I Bonaparte es efímero, ya que Napoleón es derrotado en Leipzig en otoño de 1813 y la necesidad de concentrar fuerzas en centroeuropa le obliga a la firma del Tratado de Valençay el 12 de diciembre, por el que repone en el trono a Fernando VII.

TEMA LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN

Tema 9:
La crisis del Antiguo Régimen.
La etapa que vamos a tratar se circunscribe a los reinados de Carlo IV y Fernando VII, y es una etapa especialmente trascendental y convulsa en la Historia de España.
En el primer reinado vemos los intentos de impedir la penetración de las ideas
revolucionarias francesas en la Península así como un posterior acercamiento a Francia por parte de Godoy, primer ministro de Carlos IV. Fruto de ese acercamiento es la derrota de Trafalgar frente a los ingleses y la caída del propio Godoy y de Carlos IV tras un motín popular. Entre tanto, las fuerzas francesas entran en España con la intención de invadir Portugal, pero ocupando de hecho España. Tanto Carlos IV como su hijo Fernando se someten al arbitrio de Napoleón en la lucha que les enfrentaba por la corona, Napoleón les arrebata el trono y se lo entrega a su hermano José.
Ante esta situación el pueblo inicia una lucha contra el invasor que durará cinco
años. Mientras, en Cádiz, ciudad sitiada y protegida por la flota inglesa se reúnen las cortes del reino y elaboran la Constitución de 1812 que finiquitaba el Antiguo Régimen en España y proclamaba la monarquía parlamentaria.
Tras la derrota de Napoleón llega a España Fernando VII y anula todos los
decretos de las Cortes, gobernando de manera despótica siguiendo el más puro absolutismo.
Salvo un periodo de tres años, el Antiguo Régiemen restaurado estará vigente hasta su muerte en 1833. Es en esta época cuando se produce la independencia de las colonias americanas, convirtiéndose España en una potencia de segundo orden. Por último, la muerte Fernando VII sin heredero varón, su hija Isabel tenía sólo tres años de edad, abrió
la puerta a una guerra civil entre los partidarios de su hija y los que no la reconocían como reina que se agruparon en torno a Carlos María Isidro, hermano de Fernando.





1. El Antiguo Régimen : definición.
Se entiende por Antiguo Régimen al sistema político y social y por el cual una
minoría privilegiada (nobleza y clero) detenta el poder político, si bien otra minoría dentro del Tercer Estado (la burguesía) soporta las cargas fiscales y tiene el poder económico. Esta burguesía, en auge con el capitalismo del XVIII reclamará una participación en el poder político, acabando a la larga con el poder absolutista del rey.
La burguesía se hará con el poder a través de una serie de revoluciones que se inician con la Independencia de los Estados Unidos (1776), la Revolución Francesa... triunfará definitivamente a mediados del siglo XIX instaurando una monarquía parlamentaria que sustituye a la absolutista.

En este tema vamos a tratar un periodo clave para nuestra historia : el paso del
Antiguo Régimen hacia un régimen liberal y parlamentario. Vamos a ver dos apartados: a) El reinado de Carlos IV y la ocupación francesa. La Guerra de la Independencia y la labor de las Cortes de Cádiz (1788-1814).Y b) El reinado de Fernando VII (1814-1833).

I. EL REINADO DE CARLOS IV (1788-1808) Y LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA.
1. El reinado de Carlos IV (1788-1808).
Carlos IV sucede a su padre Carlos III, es un rey débil y sin carácter, con esto ya deducimos que no estará a la altura de las circunstancias difíciles que se avecinan. Como hecho curioso diremos que intentó derogar la Ley Sálica (las mujeres no podían reinar) pero la Pragmática Sanción (hoy diríamos Real Decreto) no llegó a publicarse; este dato es importante porque ocasionaría problemas a la muerte de su hijo Fernando VII.

a) España ante la Revolución Francesa.
La Revolución Francesa había estallado en 1789, todas las monarquía europeas tienen miedo a que se extienda y la población se contagie de estas ideas (recordemos que en Francia se acaba con el poder absoluto del rey y se llega a guillotinar más tarde al monarca).
El marqués de Floridablanca (primer ministro) llega a cerrar las fronteras con Francia, a impedir que los estudiantes salieran a estudiar fuera y a establecer una censura sobre los libros. Llegó incluso a prohibir la enseñanza del francés para que no se extendieran libros y escritos procedentes de ese país. En 1792 el rey destituye a Floridablanca y nombra a Aranda que intenta una aproximación a Francia, estará sólo unos meses en el poder.
En el mes de noviembre Aranda es derrocado y ascenderá a las más altas instancias del poder Manuel Godoy, posible amante de la reina, se convierte así en valido del rey y en el verdadero poder decisorio del reino. Dirigirá los destinos de España entre 1792 y 1808, excepto entre 1798 y 1800. Tuvo siempre en contra a los absolutistas más exacerbados y a los simpatizantes de la revolución.
En política internacional Godoy se alió con Gran Bretaña cuando en 1793 los
revolucionarios franceses guillotinaron a Luis XVI. Varias naciones europeas, incluida España, declaran la guerra a la República Francesa, es la llamada Guerra de la Convención, por ser la Convención el principal órgano de gobierno de la Francia revolucionaria en esos momentos. La guerra conoce dos etapas muy claras, en la primera las tropas españolas, al mando del general Ricardos, invaden el Rosellón y obtienen algunas victorias a pesar de una desorganización evidente. La rápida reacción francesa y la elevada moral de los ejércitos revolucionarios dan la vuelta a la situación y los franceses toman Gerona, Guipúzcoa, Vizcaya, Álava y Navarra, volviéndose apurada la situación para los españoles. En julio de 1795 se firma la Paz de Basilea, por ella España perdió la parte Oriental de la isla de La Española (actual República Dominicana).

b) La alianza hispano-francesa y sus consecuencias.
En 1796, por el Pacto de San Ildefonso Godoy dio un giro a la política exterior
española y optó por la alianza con Francia, lo que suponía el enfrentamiento inevitable con Inglaterra. En esos momentos la Revolución había desembocado en el poder unipersonal de Napoleón. Para Napoleón España tenía mucho interés, en su enfrentamiento con Inglaterra la guerra se llevaba al frente comercial, toda Europa debía bloquear comercialmente a Inglaterra y así ésta se vería arruinada, lógicamente España entraba dentro de ese plan. En 1797 las flotas española y francesa fueron derrotadas en la batalla del Cabo de San Vicente, era sólo un aperitivo de lo que iba a suceder ocho años después en Trafalgar.
Entre tanto la situación económica era desastrosa: malas cosechas, carestías y, fruto de ello, un riesgo de bancarrota para las finanzas reales, este último problema se intentó solucionar con una subida de impuestos –lo que motivó que aumentara el descontento contra Godoy- y con la venta, por primera vez, de tierras del clero, aquellas de los jesuitas expulsados en 1767 y las que la Iglesia destinaba a la beneficencia.
En 1801 se produce la Guerra de las Naranjas, una guerra entre España y Portugal debido a la ambición de Godoy, Napoleón apoya a España frente a Portugal, tradicional aliado de Inglaterra. Francia pretende que Portugal cierre sus puertos al comercio inglés.
Tras dos años de escaramuzas la Paz de Badajoz selló la paz, Portugal cerraría sus puertos y España recibirá la localidad de Olivenza.
En 1805 se produce una derrota aplastante de las escuadras francesa y española frente a los ingleses en Trafalgar. Allí se hundió una flota poderosa y moderna que había sido armada con gran sacrificio a mediados de siglo. España se quedaría sin flota, y las colonias españolas de América se quedarían incomunicadas.
El descontento por la derrota iba dirigido contra Godoy, y es el príncipe de Asturias – el futuro Fernando VII- quien acaudilla la oposición al primer ministro.
En 1807 Godoy firma con Napoleón el Tratado de Fontainebleau para repartirse Portugal, una parte sería para Francia, otra para España y una tercera sería un principado personal para Godoy; lógicamente para llegar las tropas francesas a Portugal tenían que pasar por España, con esta excusa atravesarían la Península y tomarían las principales ciudades del país.

c) El motín de Aranjuez y la caída de Godoy.
Entre tanto un grupo de nobles, a cuya cabeza está el príncipe de Asturias, instiga al pueblo para la revuelta, es el Motín de Aranjuez, Godoy cae y Carlos IV huye a Francia, mientras su hijo Fernando reclama el trono, es el 19 de marzo de 1808. En Bayona (localidad francesa próxima a la frontera española) Napoleón reúne a Carlos IV y a su hijo para actuar como árbitro entre sus disputas, allí el 5 de Mayo de 1808 obliga a los dos a abdicar en él y proclama como rey de España a su hermano José I Bonaparte. El 2 de Mayo se produjo un levantamiento sangriento en Madrid que sería violentamente reprimido al día siguiente.

2. La Guerra de la Independencia.
La marcha hacia Bayona de la familia real dejó tras de sí un vacío de poder
justamente cuando se presentaban unas circunstancias excepcionales, con el ejército de Murat ocupando realmente Madrid. Esta situación tendrá una importancia decisiva, porque colocó a los españoles, y muy especialmente a las elites dirigentes, ante la alternativa de acatar la legalidad -la Junta de Gobierno que dejó Fernando VII antes de dirigirse a Bayona colaboraba con las tropas francesas de Murat-, o atender al mandato de la propia conciencia.
El pueblo abrazó la causa de Fernando VII, a quien llamó el Deseado, y el vacío de poder fue cubierto por instancias inferiores -el alcalde de Móstoles, Andrés Torrejón, por ejemplo- ante la pasividad o colaboración con el invasor que se observaba en la Junta de Gobierno y en las elites de la nación, declaró la guerra a Francia.
El 2 de mayo de 1808 se produjo en Madrid el primer levantamiento contra
Napoleón. La insurrección tuvo un carácter eminentemente popular, aunque algunos sectores del ejército, los capitanes Daoiz y Velarde entre ellos, desobedeciendo las instrucciones de la cadena jerárquica, se sublevaron también en el Parque de Artillería de Monteleón. En esta ocasión, el pueblo de Madrid y los artilleros fueron los héroes de la jornada. Las fuerzas de Murat sofocaron rápidamente el alzamiento y fusilaron a todos los combatientes que
pudieron ser capturados.

La noticia de las abdicaciones de Bayona contribuyó a la extensión del movimiento por toda España, aunque la generalización del alzamiento no alterase la posición de las autoridades legales, que, o bien siguieron colaborando con las fuerzas francesas, o, en el mejor de los casos, permanecieron impasibles ante la actuación de las tropas contra el pueblo sublevado. La Junta de Gobierno y el Consejo de Castilla acataron las órdenes que provenían de Francia y recibieron al nuevo rey José I Bonaparte. Las juntas ciudadanas, las juntas provinciales y la creación de la Junta Central, tras la batalla de Bailén representaban en sí mismas la ruptura con la situación existente antes del 2 de mayo, al mismo tiempo que expresaban de hecho la realidad de la soberanía popular.

a) La primera fase (junio-noviembre de 1808).
La guerra se desarrolló en tres fases. La primera de ellas, o de los éxitos iniciales españoles, tiene lugar entre los meses de junio y noviembre del año 1808, tras el fracaso del levantamiento de Madrid. En este período los soldados franceses se emplearon en sofocar los alzamientos urbanos que se habían extendido por las ciudades más importantes del país. En el mes de junio tuvo lugar el primer sitio de Zaragoza, cuya posesión era fundamental para controlar la importante vía de comunicación del valle del Ebro. La ciudad aragonesa resistió heroicamente bajo el mando del general Palafox, frustrándose de momento los planes franceses. El hecho más destacado de esta primera fase de la guerra fue, no obstante, la batalla de Bailén, donde un ejército francés dirigido por el general Dupont fue derrotado el 19 de julio por un ejército español improvisado por algunas juntas provinciales de Andalucía, y de manera destacada por la de Sevilla, comandado por el general Castaños. La derrota de
Bailén tuvo una doble repercusión: estratégica y propagandística. Por primera vez era derrotado un ejército napoleónico en campo abierto, haciéndole 19.000 prisioneros, gran parte de los cuales -en torno a 14.000- fueron confinados en la isla de Cabrera, donde perecieron de hambre y de sed.

b) La segunda fase: el apogeo francés (Noviembre de 1808-primavera de 1812).
Esta segunda fase, de excepcional importancia dentro de la estrategia global de Napoleón, viene determinada por la reacción francesa ante la derrota de Bailén y por las consecuencias que de ello se derivaron.
El emperador francés había subestimado en principio la capacidad de resistencia española, debió cambiar sus ideas al respecto, hasta el punto de concertar nuevamente una entrevista con el Zar de Rusia, para garantizarse la seguridad en Centroeuropa y de esta manera poder concentrar sus esfuerzos en la recuperación de la península Ibérica.
A tal efecto el Emperador organizó la Grande Armée, un poderoso ejército de
250.000 soldados bien entrenados y dirigidos por el propio Napoleón. El día 10 de noviembre cayó la ciudad Burgos, que fue sometida a un terrible saqueo, seguido de la derrota del ejército de Blake en Espinosa de los Monteros, y del vencedor de Bailén, Castaños, en Tudela. El hecho de armas más importante fue, no obstante, la toma de Madrid, tras arrollar la caballería polaca la tenaz resistencia ofrecida por los españoles en el puerto de Somosierra. En el otro extremo peninsular, Zaragoza, punto clave en las comunicaciones con Francia, sufrió el segundo sitio, más devastador que el primero, cayendo en poder de los franceses cuando era prácticamente un montón de ruinas. Sólo Cádiz quedó libre de la ocupación, de lo que se derivaron unas consecuencias trascendentales para la historia de España: la elaboración de la primera constitución española.
Lo más decisivo en esta fase de la guerra fueron las innovaciones estratégicas
introducidas por los españoles, la guerra de desgaste, cuya práctica operativa se traducía en la guerra de guerrillas, expresión máxima de la guerra popular -el pueblo en armas- y auténtica pesadilla del ejército francés.

El papel de las guerrillas.
Las guerrillas representan un elemento nuevo en las guerras contemporáneas,
porque nueva era también la manera de hacer la guerra, a partir del siglo XIX, frente a las naciones más poderosas. A partir de la Revolución Francesa, los protagonistas de los enfrentamientos eran los grandes ejércitos nacionales y no los pequeños ejércitos mercenarios del Antiguo Régimen. La guerra total, que alcanzará su máxima expresión en la Segunda Guerra Mundial, ya manifestaba a principios del siglo XIX muchas de las características que la harían particularmente inhumana y devastadora. Ante la potencia de los grandes ejércitos nacionales, la guerra de guerrillas era la mejor manera de oponerles alguna acción con garantías de éxito. Era, sin ninguna duda, un procedimiento penoso, pero barato y eficaz a la hora de enfrentarse a un gran ejército, invencible si se utilizaban contra él las tácticas convencionales. De la crueldad de la Guerra de la Independencia hablan sobradamente la serie de grabados de Goya denominada los Desastres de la guerra.
El principio acción-represión-acción induce aquí un proceso realimentado que
contribuye a la expansión de las simpatías hacia el movimiento guerrillero y al incremento de sus efectivos. La guerra de guerrillas representa, no obstante, un inconveniente para ambas partes, y es que ninguna puede derrotar a la otra, excepto en un caso: que la guerrilla, tras debilitar o inmovilizar a un ejército muy superior, cuente con la ayuda de otro ejército convencional que rompa a su favor el impasse estratégico. Y éste fue exactamente el papel desempeñado por el ejército expedicionario británico del general Wellington.

c) La tercera y la última fase de la guerra (Primavera de 1812-agosto de 1813).
La tercera y última fase de la guerra se inició en la primavera de 1812, cuando
Napoleón se vio obligado a retirar de España una parte muy importante de sus tropas para engrosar la Grande Armée que se preparaba para la invasión de Rusia. Los ejércitos angloespañoles aprovecharon esta circunstancia para intensificar su ofensiva, que culminó con la victoria de los Arapiles (Salamanca) el 22 de julio de 1812. Este triunfo militar fue el que marcó el principio del fin del poderío francés en la Península.
El desastre de la Grande Armée en Rusia, donde pereció de frío la mayor parte de los soldados franceses, decidió también la suerte de Napoleón en la península Ibérica. Las tropas francesas, que temían quedar encerradas en España, iniciaron el repliegue hacia el norte, que ya venía precedido por el del mariscal Soult al levantar el cerco de Cádiz y retirarse de Andalucía. En su repliegue hacia Francia las tropas francesas llegaron a las cercanías de Vitoria, donde sufrieron otra gran derrota. Con las batallas de Irún y San Marcial (31 de agosto de 1813) se completó el acoso y la derrota del ejército francés, iniciándose a partir de ahí su persecución a través de tierras francesas, llegando las tropas españolas hasta la ciudad de Bayona. La guerra peninsular había terminado.
El 11 de diciembre de ese mismo año, asediado en su propio territorio, Napoleón firmaba el Tratado de Valençay, por el que restituía la Corona de España a Fernando VII.
3. Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.
a) La convocatoria de Cortes en Cádiz.
En 1810 se reunía en Cádiz el Consejo de Regencia y allí convocan una reunión de Cortes, Cádiz es el lugar idóneo ya que se mantiene independiente del dominio francés y defendida por la flota británica. La convocatoria es a la Nación para restablecer y mejorar la Constitución fundamental de la monarquía (consideraban así el conjunto de leyes tradicionalmente españolas, aunque no escritas). La convocatoria es primeramente por Estamentos, pero por presiones liberales se convocan unicamerales.

b) Los componentes de las cortes.
Los diputados son elegidos por provincias y acuden a Cádiz, pero es necesario
comprender la dificultad para poder llegar de las zonas dominadas por los franceses, por ello llegan principalmente los representantes de las zonas marítimas. A Cádiz llegarán intelectuales, abogados, curas ilustrados, comerciantes americanos... que adoptarían el nombre de liberales. Todo ello hace que en la composición de la cámara dominen los liberales, puesto que los diputados absolutistas que no pueden llegar son representados por liberales gaditanos. Son 271 representantes de los cuales hay 97 clérigos y 8 nobles, con lo cual se ve claramente la minoría de representantes de los estamentos privilegiados, el resto de los miembros son profesiones liberales, funcionarios y algunos comerciantes y propietarios. Por ello vemos claramente que la composición de las Cortes es liberal y burguesa, Cádiz está sitiada por los franceses y sin contacto directo con el pueblo, de hecho no hay casi ningún campesino representado en esta asamblea.
Estas gentes que han llegado a la ciudad van a redactar la primera de las
constituciones españolas, la de 1812 conocida como La Pepa por aprobarse el día de San José.

b) Los debates más importantes en la redacción de la Constitución.
Partamos de la base de que tener una constitución significa que la forma de gobierno ha cambiado, el rey ya no es un rey absoluto sino que gobierna con un Parlamento más o menos elegido por el pueblo, por eso la monarquía se conocerá como parlamentaria, hay separación de poderes... observemos un detalle importante, el rey está preso en Francia y lógicamente no se le pide opinión, cuando llegue no va a consentir que sus poderes sean recortados por una constitución. Las ideas básicas de una constitución liberal han nacido con
la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa, en ambos casos se recogen las ideas de los ilustrados del XVIII (división de poderes, poder del parlamento...). Supone una constitución el ascenso al poder de la burguesía, recordemos que en el Antiguo Régimen la burguesía tiene todo el poder económico y reclama el político, en manos del rey. La primera medida aprobada por las Cortes el 24 de septiembre de 1810 es la proclamación de la Soberanía Nacional, lo cual significa de hecho el final del Antiguo Régimen, puesto que ello acaba con el poder real de origen divino. Con esta primera sesión ya se perfilan los dos grupos que van a presidir todas los debates por un lado tenemos los partidarios de la soberanía nacional y los que consideran que esta solo la puede ostentar el Rey (soberanía real, el rey como soberano absoluto). Los primeros son llamados liberales y los segundos absolutistas o serviles. El debate sobre la soberanía perfiló los lideres de ambos grupos. Los liberales encabezados por Muñoz Torrero, el conde de Toreno, Martínez de la Rosa, Alcalá Galiano, Quintana. Y los absolutistas dirigidos por el obispo de Orense se niegan a aceptarlo y defienden los derechos de la monarquía absoluta. Para analizar los debates y su resultado vemos que nos encontrarnos con dos posturas contrarias, la de los absolutistas que consideran que las Cortes no tienen autoridad para variar las tradicionales leyes del reino, y se niegan a reformar el Antiguo Régimen, y los Liberales.
Para algunos la primera constitución fue la otorgada en Bayona por Napoleón y con la que gobernaría su hermano, esta constitución se conoce como Estatuto de Bayona y a diferencia de la de 1812 no es el pueblo el que la elabora sino Napoleón el que la otorga. que quieren aprovechar las Cortes, para reformar el país acabando con el Antiguo Régimen.
Los debates son apasionados pero hemos de decir que en gran medida siempre ganan las votaciones los liberales, esto tiene una explicación:
a) Forman la mayoría de la asamblea.
b) Los absolutistas en su mayor parte eclesiásticos, se encontraban dispuestos a ciertas concesiones, sobre todo si al mismo tiempo permitían alguna contrapartida de parte de los Liberales; respecto a la conservación de sus privilegios Administrativos o Eclesiásticos.
c) La actitud incongruente de muchos diputados absolutistas, que no son consecuentes con sus ideas, ello es debido en gran parte a su falta de preparación
d) La situación de Cádiz, esta se encuentra cercada por los franceses, pero no sufre penurias económicas por el apoyo de la flota británica, por lo tanto no sufre los horrores de la guerra como el resto de la península; la población de la ciudad se he duplicado con la llegada de refugiados, alcanzando los 100.000 habitantes; el ambiente es claramente liberal y a ello se suma que gran parte de los debates son públicos lo cual origina cierta influencia de los ciudadanos en la marcha de los debates.
Un asunto importante es la Libertad de Prensa, la cual es aprobada por la Cortes, y es fundamental para garantizar el carácter liberal del nuevo orden. La abolición de los Señoríos Jurisdiccionales que suprimía las jurisdicciones particulares y acababa con la servidumbre, es decir, con los restos de propiedad feudal.
Pero uno de los debates fundamentales lo tenemos en la Abolición del Tribunal de la Inquisición, este debate fue de los más acalorados por la defensa que de su mantenimiento hacen los absolutistas, en el intento de mantener vivo uno de los más firmes puntales del Antiguo Régimen. Los debates se centran en los métodos llevados a cabo por los tribunales de la Inquisición, pero esto es solo la punta del problema, puesto que los liberales pretenden con la desaparición de la Inquisición, acabar con la policía del Antiguo Régimen; por fin el 22 de Febrero de 1812 quedó abolida la Inquisición. Puesto que en el articulo V del Capítulo I del texto constitucional se recoge. "El tribunal de la Inquisición es incompatible con la Constitución".
Como una clara idea, del poder de presión de los absolutistas tenemos el reconocimiento en la Constitución de la Religión católica Apostólica Romana como la única verdadera que es y será perpetuamente la de la Nación Española y a la cual deben proteger las leyes. En este punto vemos claramente un compromiso con los absolutistas, y un rasgo que no se da en
otras constituciones europeas.
La Cortes de Cádiz, abordaron en realidad, cuestiones fundamentales de reforma, necesarias para el desarrollo del país; pero la reacción o moderantismo del texto (presiones absolutistas) frustraron en buena parte aquella oportunidad.
c) Los principios políticos de la Constitución de 1812.
Soberanía Nacional (artículo 3) este punto es uno de los más fundamentales, puesto que significa el fin del poder Real de origen divino. Dicho de otra forma, se deroga la monarquía absoluta tradicional y, por tanto, se acaba con el Antiguo Régimen. El rey pierde muchos de sus poderes. En su lugar se instaura la monarquía parlamentaria.
División de Poderes. El poder Legislativo recae en las Cortes (con cierta
intervención del rey) las cuales son la representación de la voluntad de la nación. Sus poderes son muy amplios: elaboración de las leyes, decisiones respecto a la sucesión de la Corona, aprobación de los tratados internacionales, fijación anual de las contribuciones y las fuerzas del ejército, etc. (art. l3l.). Las Cortes se reúnen anualmente durante un período fijado expresamente por la Constitución, ante el temor de que el rey no las convocara o las suspendiera se crea la Diputación permanente, integrada por 7 diputados elegidos; su fin es velar por la observancia de la Constitución mientras la Cortes no están reunidas. El estatuto de los diputados está fijado con detalle en el texto: su mandato dura dos años, es incompatible con cualquier cargo de nombramiento real, incluido el de ministro, y resulta inviolable en el ejercicio de sus funciones. Los votos de los diputados son individuales, recordemos que en las cortes tradicionales el voto era por estamento. El sistema electoral está fijado en la misma Constitución. La residencia constituye la única condición para ser elector y candidato unido al nivel de renta (voto censitario). Las Cortes son unicamerales (hoy en día hay dos cámaras: Congreso y Senado).
Poder Ejecutivo: reside en el Rey, pero su desarrollo lo vemos inspirados en la
desconfianza ante el posible retorno del absolutismo, posee la dirección del gobierno y la administración (art. 170 y 171) e interviene en la elaboración de las leyes a través de la iniciativa y la sanción, poseyendo veto suspensivo durante dos años. El rey nombra a los ministros, pero estos son responsables ante las Cortes.
El artículo 172 limita expresamente algunas decisiones del monarca ante la posibilidad que intentara extender sus poderes.
Queda totalmente regulada la sucesión al trono para evitar lo ocurrido en Bayona. La Constitución regula la función de los ministros denominados todavía Secretarios de Despacho (hoy diríamos ministros), estableciendo la necesidad de refrendo para todas las decisiones del rey (art. 225). Se establece también su responsabilidad penal.
El Consejo de Estado es el principal órgano consultivo del rey. Sus miembros son nombrados por el rey, a propuesta de las Cortes.
Poder Judicial, es competencia exclusiva de los tribunales. La Constitución prohíbe expresamente la intervención de las Cortes y el rey, y asegura los principios fundamentales del Estado de derecho: códigos únicos en materia civil, criminal y comercial para todo el país, fuero único, salvo para eclesiásticos y militares, inamovilidad de los jueces, garantías para los ciudadanos etc.
Otros títulos de la Constitución contemplan la organización de la administración
provincial, la hacienda, el ejército (servicio militar obligatorio) y la instrucción publica.
Con respecto a la Instrucción Publica respondía a la concepción ilustrada de que sólo el desarrollo cultural podía garantizar la economía y la felicidad pública, así como la fortaleza del Estado mismo. La Constitución recogía taxativamente la responsabilidad de promover escuelas de primeras letras en todos lo pueblos de la monarquía.
Desde el punto de vista fiscal, los tributos se pagarían por todos los españoles sin distinción (igual que el servicio militar), esto se había pretendido en tiempos de los monarcas ilustrados, pero no se había conseguido por la obstinada oposición de la nobleza y el clero.
No se puede dejar de lado el artículo que considera iguales a los españoles de ambos hemisferios (España y América), pero luego lo dejan casi sin valor por no aceptarse como tales los descendientes de mezclas étnicas que hay en América.
Tras muchas discusiones fue aprobada el 19 de Marzo de 1812. Está inspirada en el racionalismo francés y además influyó en otros países como Portugal, Italia y los países hispanoamericanos que obtendrán pronto su independencia. Nace, pues, la Constitución como un símbolo, como un arma en la lucha contra el invasor, y, sobre todos como solución a los problemas de España.
Hemos de recordar el hecho de que los que han aprobado la Constitución son una inmensa minoría, se ha producido un divorcio entre el pueblo y los políticos y eso tendrá graves consecuencias como veremos.

4. El panorama ideológico.
Para Europa la etapa final del siglo XVIII supone un crecimiento en todos los niveles: económico, demográfico... pero España no siente ese crecimiento, y además la Guerra de la Independencia deja al país exhausto. Por si fuera poco las colonias americanas se independizan con lo que la situación financiera se agrava ya que eran ellas las que equilibraban el déficit presupuestario del Estado. Con todo esto vemos que las circunstancias son muy distintas a las europeas.
Desde el punto de vista ideológico podemos dividir a todas las tendencias políticas del país en dos grandes grupos :
a) Las fuerzas progresistas.
Liberales. Son los partidarios de la monarquía parlamentaria, son una minoría pero se imponen en las Cortes de Cádiz. Junto a estos liberales habría que incluir a los afrancesados que durante el reinado de José I han apoyado las ideas de progreso traídas por los franceses.
Los viejos ilustrados. Son los partidarios del reformismo borbónico y del despotismo ilustrado, se extinguirán rápidamente al ser rebasados por los liberales.
b) Las fuerzas tradicionalistas.
Están en contra de todas las innovaciones, son partidarios del absolutismo. Entre ellos están gran parte de la nobleza y el clero, que no quieren perder sus privilegios. También estará entre estos sectores conservadores el pueblo, obstinado con su nacionalismo y mirando con malos ojos a todo lo que venga del extranjero. El pueblo será utilizado a favor o en contra de la Constitución, pero su espíritu es tradicionalista.
El ejército. Se convierte en un elemento del sistema político. Su protagonismo a lo largo del XIX será lamentable : abundancia de pronunciamientos (golpes de Estado), toma del poder por los militares, conspiraciones, presiones a los gobiernos...etc.,

II. EL REINADO DE FERNANDO VII (1814-1833).
1. La España de Fernando VII (1814-1833).
Para el estudio de este reinado lo dividiremos en tres etapas.
a) La primera etapa : de 1814 a 1820.
Una vez acabada la guerra, las Cortes se trasladan a Madrid y dicen que para aceptar a Fernando VII como rey, éste debe jurar la Constitución. Fernando, mitificado hasta la saciedad y denominado el Deseado, recuperó su trono entre muestras de calor popular y de prestigio. Era el símbolo de los seis años de resistencia y encarnaba grandes expectativas de cambio y mejoras tras una década especialmente penosa. Pero Fernando VII buscó en primer lugar el acercamiento a los círculos más reaccionarios del país, y los viejos absolutistas, que sólo habían tolerado la obra de Cádiz, se aprestaron, entonces a volver a la situación anterior a 1808.
Fernando VII llega a España por Gerona y Zaragoza, y de allí a Valencia, en esta ciudad recibe el Manifiesto de los persas, un escrito de sesenta y nueve diputados instándole a que implante el Antiguo Régimen y por tanto la monarquía absoluta. Fernando VII deroga la Constitución y da órdenes para restaurar el absolutismo, entrará en Madrid como rey absoluto.
En Europa los países que han vencido a Napoleón forman la Santa Alianza (alianza militar para apoyar al absolutismo allí donde peligrase), Fernando VII cuenta con ese apoyo e iniciará una cruenta persecución de liberales que serán reprimidos y acabarán exiliándose en Inglaterra. De la misma forma, se reimplanta el Antiguo Régimen, la Inquisición, y se anula la libertad de prensa.
En esta etapa el país pasa por dificultades extremas. Entre estas dificultades destaca el escándalo de los barcos rusos, España compra barcos de segunda mano a Rusia para reconstruir su flota hundida en Trafalgar, los barcos están en muy malas condiciones y muchos se hunden. Por si fuera poco se cede Florida a los Estados Unidos, España ya no tenía fuerzas para oponerse a ese país y decide vender ese territorio, jamás logró cobrar.
Desde el punto de vista financiero la hacienda se encuentra prácticamente en bancarrota, el retorno al Antiguo Régimen significa que la nobleza y el clero dejan de pagar. Para empeorar la situación las colonias americanas inician su proceso de emancipación. En una situación tan caótica aumenta el número de descontentos. La única solución que encuentra el rey es pedir dinero prestado al exterior, lo que aumentará todavía más el problema.
Frente al absolutismo comienza a desarrollarse una alianza formada por la burguesía, las clases medias y populares con tradición liberal de las ciudades, y una parte del campesinado despojado por los señores. A ello se suma una parte del ejercito, debido a que la oficialidad, que antes de la guerra estaba formada exclusivamente por aristócratas, cambió su composición por exigencias de la lucha; dirigentes guerrilleros hombres de origen campesino o de la burguesía urbana en muchos casos próximos a los liberales alcanzaron por nombramiento de la Regencia o de la Cortes altos cargos militares. Por ello nos encontrarnos con los llamados pronunciamientos militares.
Los pronunciamientos para la reposición de la Constitución eran sublevaciones
militares con participación de destacamentos ciudadanos. En estos pronunciamientos desempeñaban un importante papel los núcleos liberales agrupados en sociedades secretas.
Constituyen un importante numero: Espoz y Mina en Navarra, Porlier en la Coruña; Vidal en Valencia. Fueron sublevaciones que fracasaron y generaron una represión mayor, pero en todo caso, era la expresión del malestar político y social en los ámbitos de tradición liberal.
Por fin, el comandante Riego se subleva en Cabezas de San Juan (Sevilla) en 1820 con las tropas que se concentraban para sofocar la rebelión en América, él y otros militares sublevados exigen al rey que jure la Constitución de 1812, el rey, asustado, jura la Constitución (Marchemos todos juntos y yo el primero por la senda de la Constitución).

b) El trienio liberal (1820-1823).
El pronunciamiento de Riego en Cádiz fue secundado por otros pronunciamientos liberales en La Coruña, Zaragoza, Barcelona, etc. Ello unido a la pasividad del ejercito, hacen que el rey Fernando VII se quede solo y no tenga más remedio que jurar la Constitución de 1812. Entramos así en el llamado trienio liberal.
El Rey nombra un nuevo gobierno presidido por Argüelles, que proclama una
amnistía y convoca elecciones. Las Cortes elegidas conforme a la Constitución, son mayoritariamente liberales y dan a la luz una importante obra legislativa. Pero es necesario detenerse en este punto para realizar una división entre los liberales: moderados y exaltados.
Los liberales moderados que tuvieron el gobierno los dos primeros años son partidarios de realizar la obra de reforma con cierta prudencia, para no agravar las condiciones críticas de la economía, mantener el apoyo de la burguesía y no enajenarse al sector constitucional de la nobleza, y no enfrentarse con los monarcas europeos de la Santa Alianza. Los liberales exaltados, proclamaban la necesidad de acelerar las reformas, acentuar la represión sobre los elementos absolutistas y dejarse de contemplaciones con el monarca, desechando las presiones europeas. A partir de 1822 gobiernan los exaltados, de nuevo quedan abolidos los privilegios de clase, con la supresión de los señoríos y la imposición de cargas tributarias a la Iglesia y las medidas contra las manos muertas, abolición de los mayorazgos, obligación de vender las tierras de los conventos de menos de 24 frailes y de las Ordenes Militares. La
Inquisición es de nuevo abolida y ya no volverá a ser restaurada. Se empieza a elaborar un nuevo Código Penal. Se crea la Milicia Nacional, que debe estar formada por milicias comunales de voluntarios, pero en la realidad tuvieron bastante dependencia del ejército y pocos voluntarios.
El régimen constitucional tuvo que enfrentarse con grandes dificultades: Oposición de los Estados absolutistas de Europa, resistencia del propio Rey que conspiraba secretamente con sectores de la nobleza y de la Iglesia, (el rey utilizaba continuamente el derecho de Veto), incomprensión por parte del pueblo, en especial del campesinado (el cual no reconoció en la Constitución sus tradicionales aspiraciones al reparto de la tierra y la rebaja de los impuestos, y tampoco comprendió las medidas del régimen contra la Iglesia y la reforma fiscal, que le perjudicaban).
La oposición al régimen liberal provoca la formación de partidas realistas que
plantean una situación de guerra civil en Cataluña, Navarra Galicia y el Maestrazgo a partir de 1822, especialmente tras el fracaso de golpe de Estado de la Guardia Real en Madrid. Los insurrectos llegan a dominar amplias zonas del territorio y a instalar una regencia absolutista en la Seo de Urgel en agosto de 1822. La situación se radicaliza a partir de estas fechas. Al gobierno de los exaltados responde el Rey con una actitud provocadora dentro de su competencia constitucional y una actividad conspiradora cada vez más intensa. La toma de posición de la nobleza a favor del absolutismo y el retraimiento de la burguesía preparan la intervención de la Santa Alianza.
Las potencias aliadas deciden en el Congreso de Verona (octubre de 1822) intervenir en España, para volver a poner al Rey en la plenitud de sus derechos, esta intervención se le encarga a Francia y 130.000 soldados franceses, llamados los cien mil hijos de San Luis, al mando del Duque de Angulema, atraviesan toda la península y en septiembre logran devolver el poder absoluto a Fernando (se encontraba con el gobierno en Cádiz). Por decreto de 1 de octubre el Rey declara la nulidad de todo lo decidido por la Cortes y el gobierno durante los tres años constitucionales. No se puede dejar de ver dos características fundamentales, en primer lugar la marcha de las tropas francesas por el territorio ha sido un simple paseo militar casi sin obstáculos, lo cual nos hace pensar que el pueblo campesino es absolutista, puesto que no lucha contra unos extranjeros que viene a reponer al rey en sus
derechos absolutos. En segundo lugar es necesario ver la actitud cruel y vengativa de Fernando que ejecuta gran cantidad de liberales, lo cual hace que se radicalicen las posturas de los liberales del país y de los que logran huir a Inglaterra.

c) La década absolutista (1823-1833), llamada también década ominosa.
El nombre de ominosa procede de la literatura liberal, debido a la brutal represión del Rey a instancias del cual se crearon juntas de purificación y estas extendieron el terror por toda la Península, el ejemplo más destacado es el de la ejecución del propio Riego en 1823, el Empecinado –famoso guerrillero de la guerra de la Independencia- Torrijos… o la de Mariana Pineda en 1831, inmortalizada por Federico García Lorca. Se produce una oleada de persecuciones contra los liberales, especialmente contra los exaltados. El rey da con algunos ministros inteligentes que sanean la hacienda e inician la reconversión de la economía tras la pérdida de las colonias, esta transformación se basará en la explotación de las colonias restantes: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Es en esta época cuando aparece por primera vez en
España la idea de elaborar unos presupuestos generales del Estado.
El gobierno del rey no satisface a nadie, ni a liberales ni a absolutistas que lo
consideran muy débil con los liberales. Los absolutistas tampoco están de acuerdo con la postura blanda del rey y se agrupan en torno a Carlos María Isidro, hermano del rey y su sucesor al no tener el rey descendencia. Este grupo radical se conocerá con el nombre de Apostólicos.
En 1829 Fernando VII se casa con doña María Cristina y en 1830 nace una niña, la futura Isabel II, para que ella gobierne Fernando tiene que derogar la Ley Sálica que impedía el acceso de las mujeres al trono, los apostólicos, dirigidos por el hermano del rey Carlos María Isidro, no reconocerán la derogación de esta ley, y a la muerte de Fernando VII estallará una guerra entre los partidarios de Isabel (isabelinos) y los partidarios de Carlos María Isidro (a partir de ahora se les conocerá como carlistas, nombre que también se utiliza para designar a esas guerras).

2. La emancipación de la América española.
a) Motivaciones.
Los criollos serán los artífices de la independencia de las colonias y serán la élite gobernante de los nuevos países independientes. Entre sus aspiraciones estaban las de conseguir libertad de comercio con todos los países y no sólo con España, los desastres navales de San Vicente y Trafalgar romperán las comunicaciones con América y el libre comercio será la consecuencia más importante de este hecho. Las reformas del XVIII habían aumentado el control de las colonias por los funcionarios españoles, desplazando a los criollos que ahora, en las nuevas circunstancias, esperan su revancha.
Por otra parte la Iglesia será otra cantera de revolucionarios, sobre todo cuando se conocen en América las medidas desamortizadoras de Carlos IV o algunos decretos de las Cortes de Cádiz, estos hechos les hará decantarse por el independentismo defendido por los criollos.
Por otra parte, la independencia de los Estados Unidos es para ellos un ejemplo a seguir.
La culta minoría criolla, cabe llamarla burguesía local, hará suyos los ideales de la Ilustración que justificarán plenamente el levantamiento revolucionario y proporcionará la justificación ideológica del movimiento de emancipación.

b) Precedentes.
Durante la guerra de la Independencia contra los franceses se forman en América juntas similares a las españolas para luchar contra Napoleón, que en un principio reconocen su fidelidad a Fernando VII. Acto seguido los criollos sustituirán a los españoles en la dirección de esas juntas y éstas evolucionarán hasta convertirse en foros para la independencia, contarán con la oposición de funcionarios, indios y españoles, el enfrentamiento posterior es, por tanto, una guerra civil entre americanos.

c) Desarrollo.
La primera fase y su fracaso.
En 1810 en México Hidalgo y Morelos se levantan por la independencia, sofocado el levantamiento son fusilados por las autoridades españolas. También en 1810 Saavedra proclama la independencia de Argentina. En 1811 Bolívar y Miranda convocan el Congreso de Caracas para la independencia de Venezuela. En 1812 se sublevan en Chile los hermanos Carreras.
Tras la Guerra de la Independencia se manda a América al general Morillo para que aplaque los levantamientos, pacifica casi todo el continente, aquí acaba esta primera fase. El esfuerzo español ha sido enorme y dejan de llegar refuerzos.
La segunda fase y el triunfo.
Se inicia a mediados de la segunda década del XIX. En 1816 el Congreso de
Tucumán declara nuevamente la independencia de Argentina. El general San Martín atraviesa los Andes y derrota a los españoles en Ayacucho, este hecho marca la independencia de Chile. Mientras tanto Perú sigue fiel a España, está en manos del virrey Abascal, pero no podrá aguantar mucho tiempo.
En 1820 Riego, con las tropas destinadas a pacificar América, se levanta en Cabezas de San Juan, tal y como hemos visto, a América no llegan refuerzos y Morillo, solo, no tiene más remedio que pactar con los rebeldes. En España los liberales no le dan importancia al asunto y los españolistas en América quedan aislados. Estados Unidos reconocerá rápidamente a las nuevas repúblicas.
En 1821 Bolívar vence a los españoles en la batalla de Carabobo. También en ese año Iturbide declara la independencia de México.
Cuando en 1823 interviene la Santa Alianza en España para restaurar a Fernando VII como rey absoluto, el presidente Monroe de los Estados Unidos, ante el temor de que tropas europeas vayan a América, está dispuesto a intervenir si es necesario para ayudar a los rebeldes, se inicia con este hecho algo que será una constante en la política de los Estados Unidos, considerar a los países hispanoamericanos como zona exclusiva de su intervención imperialista (América para los americanos).
La última derrota española en Ayacucho a manos de Bolívar y Sucre sellan la independencia definitiva de estos territorios. El antiguo Imperio Español en América se fragmenta en un mosaico de repúblicas, pese a los intentos iniciales de mantener unido gran parte del territorio.
La independencia de las colonias no solo cerró tres siglos de unión política entre la metrópoli y América, sino que originó profundas transformaciones a ambas orillas del Atlántico. España se quedó convertida en una potencia de segundo orden y económicamente maltrecha por perder los recursos que venían de las Indias, así como sus ricos mercados. Las nuevas repúblicas fueron presa fácil del neocolonialismo de potencias como Estados Unidos y Gran Bretaña, además las disputas territoriales entre ellas contribuirían a consolidar su identidad nacional.