domingo, 15 de enero de 2012

CUESTIONES BLOQUE VI


BLOQUE VI

LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI

El Imperio de Carlos V:

Conflictos internos. Comunidades y Germanías

Al morir su abuelo materno, Fernando, en 1516, Carlos de Habsburgo, que ya había heredado los territorios de Borgoña de su abuela paterna, se hizo coronar Rey de Castilla y Aragón e inició viaje a la península. El nuevo monarca no conocía el castellano y vino acompañado de consejeros flamencos que ocuparon los más importantes puestos en la Corte y la Iglesia.

Una vez coronado, Carlos I convocó Cortes para que votaran nuevos impuestos. La reacción fue inmediata en Castilla, las protestas le recordaban al rey su obligación de residir en el reino y de respetar las leyes del reino. Similares protestas surgirán en Aragón ante la demanda de nuevos impuestos.



Las Comunidades de Castilla

Descontento creciente devino en la sublevación de las Comunidades de Castilla, o de los Comuneros. La mayor parte de las ciudades de la zona central del reino (Segovia, Toledo, Salamanca…) se revelaron contra la autoridad del monarca.

Las causas de la rebelión son complejas:

• Aristocracia castellana veía como una humillación que el rey hubiera entregado la administración del reino a consejeros flamencos y hubiera dejado a Adriano de Utrecht como gobernador del reino en su ausencia.

• Carlos había empleado el dinero de los nuevos impuestos en conseguir la elección como Emperador alemán

• Carlos había desdeñado el requerimiento de que aprendiera castellano y respetara las leyes del reino

• La burguesía urbana temía que se volviera a la tradicional política de exportar la lana en bruto a Flandes lo que iría en detrimento de la artesanía textil castellana

Al salir Carlos de Castilla, la revuelta estalló en Toledo y pronto se extendió a otras ciudades. Las autoridades reales fueron depuestas y sustituidas por nuevos regidores comuneros.

Tras el incendio de Medina del Campo por las tropas del rey, la insurrección se generalizó

Los Comuneros crearon la Santa Junta en Tordesillas, gobierno rebelde, que exigió la retirada de los impuestos (servicios) aprobados en Cortes, el respeto a las leyes del reino y la marcha de los consejeros flamencos.

Los Comuneros intentaron sin éxito convencer a doña Juana, recluida en un castillo de Tordesillas, a que se pusiera al frente de la rebelión y apoyara a las Comunidades.

La rebelión propició el desorden social y hubo rebeliones antiseñoriales en algunas zonas. La nobleza empezó a alejarse de los comuneros.

Las disensiones internas y la radicalización antiseñorial del movimiento debilitó a los Comunidades. Tras la derrota de las tropas comuneras en Villalar en 1521, todas las ciudades abandonaron el movimiento, excepto Toledo que fue finalmente dominado en 1522. Los dirigentes comuneros Padilla, Bravo y Maldonado fueron ejecutados. La derrota comunera significa el inicio del absolutismo en Castilla y el reforzamiento del poder del rey.



Las Germanías

Las causas del movimiento las encontramos en la crisis económica y las epidemias que se abatieron sobre el reino de Valencia, a lo que se vino a unir el descontento social en entre los artesanos y los pequeños comerciantes enfrentados con la oligarquía urbana (grandes comerciantes) y la nobleza.

La rebelión de las clases populares, la Germanía, se inició en la ciudad de Valencia en 1520 aprovechando que la nobleza había huido de la ciudad por la peste. Pronto la revuelta se extendió hacia el sur del reino.

Los agermanats también atacaron a los moriscos, a los que, además del odio religioso, acusaban de ser sumisos a la nobleza y a la Corona.

Aunque Carlos V reaccionó lentamente, Valencia no era tan importante como Castilla para el poder en sus reinos, finalmente ordenó al Virrey que reprimiera el conflicto. El conflicto degeneró en un enfrentamiento directo entre agermanats y la nobleza valenciana. Finalmente la rebelión fue reprimida en 1522.

Hubo otra Germanía en Baleares que fue fácilmente sofocada.







La Monarquía hispánica de Felipe II.

La monarquía hispánica alcanzó su máxima extensión con Felipe II (1556-1598). Monarca centralista, estableció su corte en Madrid y su residencia en El Escorial. Su política interior se centró en el autoritarismo y la intolerancia. Adoptó medidas para alejar la herejía: 1. acabó con los protestantes de Valladolid y Sevilla; 2. desterró a los moriscos tras la Rebelión de las Alpujarras (1568-1571), sofocada por Juan de Austria. Reforzó su poder frente a los fueros del reino de Aragón y ejecutó al Justicia Mayor por problemas con su ex secretario Antonio Pérez.

Política exterior: buscaba la hegemonía en Europa y el triunfo del catolicismo. Venció a Francia en San Quintín (1557), la flota de la Santa Liga (España, Venecia y el Papa), dirigida por D. Juan de Austria, aplastó a los turcos en Lepanto (1571) y consiguió la unión peninsular al hacerse rey de Portugal en 1580. Su problema más grave fue la rebelión de los Países Bajos (1568-1648), calvinistas que querían la autonomía. Ni el duque de Alba ni D. Juan de Austria pudieron evitar la escisión de las zonas protestantes del Norte. Se enfrentó a Inglaterra que apoyaba a los holandeses y a los corsarios pero la escuadra enviada en 1588, la Armada Invencible, fracasó.



La España del siglo XVI: La unidad ibérica.

Felipe II pretendía consolidar la supremacía del Imperio hispánico, de ahí la necesidad de incorporar a Portugal. Tras la muerte sin descendencia del rey de Portugal, reclamó el trono por ser hijo de Isabel de Portugal y nieto de Manuel el Afortunado. La nobleza y el alto clero se inclinaron por Felipe y el bajo clero y las clases populares por don Antonio, otro candidato. Las tropas dirigidas por el duque de Alba invadieron el país en 1580. Felipe II fue reconocido rey de Portugal en las Cortes de Thomar de 1581. Así se conseguía la unidad peninsular, fruto de la política matrimonial de los RRCC. Felipe II se convertía en el monarca del más extenso imperio que ha existido jamás; de ahí la frase de que en sus tierras no se ponía el Sol. Felipe permaneció en Portugal dos años, manteniendo la independencia de las instituciones portuguesas. La nobleza y los intelectuales portugueses estaban a gusto pero las clases populares mantuvieron la esperanza de que el rey D. Sebastián volviese (el sebastianismo).



La España del siglo XVI: el modelo político de los Austrias.

Era una monarquía multinacional, formada por reinos muy dispersos con alto grado de autonomía, pero bajo la primacía de Castilla. Desarrollaron el modelo de los Reyes Católicos, la monarquía autoritaria. Los órganos de gobierno con Felipe II eran:

1. El monarca: centro del poder y de la Corte, en Madrid desde 1561. Los Austrias Mayores (Carlos I y Felipe II ) gobernaron directamente pero los Menores delegaron en validos (como Lerma y Olivares)

2. Los Consejos: Había un Consejo de Estado, Consejos territoriales (Castilla, Aragón, Indias, etc) y especializados (Inquisición, Hacienda, Guerra, etc). Este sistema de gobierno se llama polisinodial.

3. Los secretarios o cancilleres: enlaces entre el rey y los Consejos, muy poderosos.

4. Los virreyes: representantes personales del rey en territorios no castellanos, como Países Bajos.

5. Las Cortes: en Castilla, Navarra y Aragón. Fueron perdiendo poder progresivamente.

6. Las Audiencias: tenían la función de tribunales superiores de justicia.



Economía y sociedad en la España del siglo XVI.

A lo largo del siglo XVI se dio en la península ibérica una etapa de crecimiento demográfico y económico. La población se incrementó, alcanzando los 8 millones de habitantes a finales de siglo. Se amplió el espacio de cereales y viñedo a costa de bosques aunque la ganadería siguió siendo la base de la economía castellana. Las actividades artesanales seguían siendo escasas. La demanda de productos aumento en parte debido a los colonos americanos, además, la conquista americana permitió el intercambio de productos agrarios. Aunque el oro y la plata fueron las mayores riquezas que se extrajeron de América. Los nuevos territorios supusieron una importante fuente de ingresos para Castilla, y especialmente para la Corona. Pero España desaprovechó la buena coyuntura económica y empezó a quedar relegada mientras que otros países como Francia, Inglaterra y Holanda iniciaban su despegue económico. Los gastos de las Guerras acabaron provocando la ruina de la Hacienda real, el endeudamiento y el aumento de la presión fiscal provocaron la ruina de los sectores productivos. El crecimiento económico se tradujo también en una peligrosa subida de precios. A mediados de siglo comenzaron a aparecer los primeros síntomas de crisis.

En cuanto a la sociedad, se mantuvo la sociedad estamental tripartita de la Edad media, (nobleza, clero y pueblo llano) destacando la diferenciación de un grupo de nobles: los Grandes de España, una élite instituida por Carlos I tras su coronación como emperador, su número aumento con el tiempo, gozaban de ciertos privilegios y desempeñaban altos cargos militares y diplomáticos. También se generalizó el requisito de la limpieza de sangre para acceder a determinados cargos o instituciones. Esto trajo consigo el rechazo de prácticas fundamentales para el desarrollo económico como el comercio que eran repudiadas como propias de judíos o conversos. Mientras en los países protestantes mejoraba la consideración del trabajo de artesanos y mercaderes en España eran estimadas incompatibles con el honor.











Cultura y mentalidades en la España

del siglo XVI. La Inquisición



Al analizar el mundo cultural en la España del siglo XVI, debemos partir de un hecho esencial: la inmensa mayoría de la población española era analfabeta. La cultura escrita era monopolio de una minoría culta, formada por clérigos y nobles o burgueses cultivados. No obstante, la cultura popular oral estaba muy influenciada por la cultura erudita, muy especialmente a través del clero.

La mayoría de la población no podía acceder a la cultura escrita por una sencilla razón: desde muy tierna infancia los niños de los campesinos o las clases populares urbanas debían colaborar en su manutención. No había tiempo para ninguna formación. Las instituciones que se crearon con ese objetivo solo afectaron a las clases medias y altas y, sólo en muy raros casos, a las clases menesterosas.

Las universidades, entre las que seguía destacando Salamanca, se desarrollaron aunque siguieron enfocadas hacia la teología o las humanidades, dejando relativamente de lado los estudios científicos. No obstante, instituciones como la Academia de Matemáticas, creada a instancias de Felipe II, o al Casa de Contratación, con una cátedra de Cosmografía, se preocuparon por la difusión de las ciencias en nuestro país.

En lo referente a las mentalidades, España vivió en este siglo el paso de una cultura humanista, influenciada por gentes como Erasmo de Rotterdam, que defendía una cierta tolerancia, a una cultura intolerante y represiva que tendrá su mayor concreción en el ideario del Concilio de Trento y en la labor de la Inquisición.

La creación literaria estuvo fuertemente sujeta a la censura religiosa. La Inquisición se encargó de la represión y en 1559 el inquisidor general Valdés publicó el “Índice de libros prohibidos”. Prohibiendo muchas obras clave del siglo.

Pese a ello, la se vio poco afectada y la cultura española vivió una verdadera época de apogeo. Un género típicamente hispano como la picaresca alcanzó su culmen con obras como El Lazarillo de Tormes, el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Aunque El Quijote fue publicado a principios de la siguiente centuria, Miguel de Cervantes inició su labor literaria en el siglo XVI.

Con respecto al arte, el Renacimiento español tiene una evolución muy compleja. Durante el siglo XV y principios del XVI se aprecia una continuidad de las formas góticas en las que se van intercalando elementos renacentistas italianos. Este primer Renacimiento es el que se suele denominar estilo plateresco por su minuciosa y rica decoración que recuerda el trabajo de los orfebres y plateros.

A partir del primer tercio del siglo XVI se produce una transformación notable con el triunfo definitivo de las corrientes renacentistas, cuya mejor muestra es el Palacio de Carlos I construido dentro de la Alhambra de Granada.

A partir de mediados del siglo XVI se comienzan a apreciar influencias manieristas. El Greco es el gran ejemplo.

Algunas obras representativas son las siguientes:

Fachada de la Universidad de Salamanca.

Construida hacia 1529. Fachada-retablo con formas decorativas góticas enmarcada con elementos arquitectónicos renacentistas. Típico ejemplo del llamado arte plateresco, así denominado por su recargamiento decorativo que recuerda al trabajo de los plateros.

Patio del Palacio de Carlos V.

Iniciado por Pedro Machuca en 1527 en la Alhambra de Granada. Este palacio es la muestra del más puro estilo renacentista. Sorprende por el juego de las dos formas geométricas ideales de la arquitectura renacentista: el cuadrado (la planta) y el círculo (el patio interior) en los que se alternan los órdenes clásicos.

Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Realizado por Juan de Herrera. En las proximidades de Madrid. Felipe II mandó construir este enorme conjunto arquitectónico, palacio, panteón, iglesia y monasterio de 206 metros de fachada y 161 de fondo, culminación del renacimiento español. Edificado entre 1563 y 1584. De una fría simetría clasicista y fachada austera, su estilo se conoce también como Escurialense o Herreriano.

La Virgen con el Niño.

Óleo sobre lienzo realizado por Luis de Morales, el Divino, en 1568. Museo del Prado (Madrid).

Entierro del Conde de Orgaz.

Realizado por El Greco entre 1586-1588. Se halla en la Iglesia de Santo Tomé en Toledo. Domenico Teotocópoulos fue conocido como El Greco o El Griego por su origen cretense.

La Inquisición

Es una institución judicial creada por el pontificado en la Edad Media, con la misión de localizar, procesar y sentenciar a las personas culpables de herejía (ideas religiosas diversas de las del dogma oficial de la Iglesia, en este caso, Católica)

El Papa Sixto IV expidió una bula en 1478 que autorizando a los Reyes Católicos nombrar inquisidores y renovarlos a perpetuidad. El objetivo era combatir las prácticas judaizantes de los judeoconversos españoles. La Inquisición Española tenía importantes diferencias respecto a la Inquisición Pontificia. En España, los inquisidores los nombraba la Corona y sus decisiones no se podían apelar a Roma.

La expulsión de los judíos de España en 1492 fue el mayor ejemplo de la brutal política antisemita emprendida por la Inquisición española. Se calcula que 40.000 judíos abandonaron la península. Una cantidad similar optó por quedarse en España y convertirse. Estos engrosaron el grupo de conversos que fueron el objetivo predilecto de la Inquisición.

La represión inquisitorial también se cebó con los pocos protestantes de los reinos hispánicos. Los principales procesos contra grupos luteranos propiamente dichos tuvieron lugar entre 1558 y 1562, a comienzos del reinado de Felipe II, contra dos comunidades protestantes de las ciudades de Valladolid y Sevilla. Estos procesos significaron una notable intensificación de las actividades inquisitoriales. Se celebraron varios autos de fe multitudinarios, algunos de ellos presididos por miembros de la realeza, en los que fueron ejecutadas alrededor de un centenar de personas.

Los procedimientos de investigación de la Inquisición fueron brutales y la convirtieron en una institución muy temida. El uso de la tortura fue común, obteniendo de esa forma todo tipo de confesiones de los acusados.

Cuando había una cierta cantidad de condenados por la Inquisición, se celebraban los llamados "Autos de Fe". Eran ceremonias que duraban un día entero, desde la mañana hasta la noche, con gran pompa y boato. Comenzaban con una procesión de las autoridades civiles y eclesiásticas y finalmente los condenados, vestidos con ropas

infamantes llamadas sambenitos. Se leían las condenas, y aquellos destinados a la pena

de muerte, eran remitidos al poder civil, quien se encargaba de la ejecución en la hoguera en presencia de todo el pueblo.



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